Cuando en Alemania digo que soy mallorquín siempre provoco una cara de asombro en mi interlocutor. Uno de los motivos es el buen tiempo del que gozamos en la isla y el mal tiempo que soportamos en Alemania.
En efecto, no es trivial, pues este invierno ha sido duro y hemos podido leer que ha sido el invierno con menos sol desde hace 60 años y desde luego el sol, la luz y el cielo azul, te cambian la vida. He notado la oscuridad de este invierno, que se nos ha hecho a todos muy largo. Alemania se encuentra entre el clima mediterráneo de la Europa occidental y el clima continental de la Europa oriental. La temperatura media anual es de 8,2 ºC y la media mensual es de –0,5 ºC en enero y de 16,9 ºC en julio. La precipitación anual media es de 789 mm y la media mensual es de 49 mm en febrero y 85 mm en julio. Se puede obtene más información en el servicio meteorológico alemán (www.dwd.de).
¿Cómo afronta este tiempo un mallorquín en Alemania? Es una cuestión de estrategia para la supervivencia: el mejor modo de hacerlo es ignorarlo. Yo, por ejemplo no leo las noticias del tiempo porque sé que no tengo niguna influencia sobre él. Me limito a mirar al cielo y al suelo al abrir las ventanas por la mañana y así ya me hago una idea. Es cierto que con frecuencia uno sale de casa con un paraguas, por si acaso. En Alemania se dice que es más probable que no llueva si sales con paraguas. Es también importante saber abrigarse y salir de casa con el abrigo puesto. En invierno la bufanda y el gorro son imprescindibles, aunque a mí ambos me molestan, pero son la mejor manera de evitar catarros. Este invierno hemos tenido, yo también, una ola de gripe que ha metido a gran parte de la población casi tres semanas en casa y una de ellas en la cama.
La parte bonita del clima alemán es el cambio brusco y visible de las estaciones. Todavía no han salido las flores de primavera, pero cuando salen es un espectáculo de colores. Lo mismo en otoño, con el precioso cambio de colores en las hojas de los árboles entre amarillo y rojo. Es fabuloso.
El mal tiempo no es motivo para que los cuidadanos se bajen de sus bicicletas o que los deportistas dejen de hacer deporte al aire libre. También son conocidos los "Waldkindergarten", los jardines de infancia en los que se ven a los niños bien abrigados jugando en el bosque (Wald). Así que no hay más remedio: al mal tiempo, buena cara.
Me molesta que cuando estoy fuera de Alemania me pregunten si los alemanes se sienten los dueños de Europa, o que se culpe a Alemania de algo que seguramente tiene que ver con el hecho de que algunos no hayan hecho sus deberes.
La joven ministra alemana de la Familia, Kristina Schröder, de 35 años, publicó este año un libro con el título: ¡Gracias, la emancipadas somos nosotras mismas!, Despedida de la imposición de los roles. (Danke, emanzipiert sind wir selber!, Abschied vom Diktat der Rollenbilder).
A Allegra Curtis, una de las hijas de Tony Curtis, le gusta vivir en España y todavía más, cerca del mar mediterráneo. El buen clima le recuerda probablemente a su infancia en California. En 2011 publicó un libro en alemán bajo el título "Yo y mi padre".
Dicen que "la red no olvida". Sobre estas y muchas más cuestiones cibernéticas trata el libro "NEXT" publicado por la profesora de Comunicación Corporativa de la Universidad de San Gallen en Suiza en el verano de 2011, Miriam Meckel, conocida autora y ensayista alemana.
Bien se puede decir que Colonia es una cuidad literaria. Cada año tienen lugar tres eventos que lo confirma.
Se habla y se escribe mucho sobre la integración social en Europa. Cuando llegué a Alemania en 1984 me vine con la idea clara de "hacerme alemán". Esto no quita que me sienta muy mallorquín y muy español, pero esta idea me parece fundamental para aquel que no quiere vivir en un mundo paralelo y superpuesto sino que desea empaparse de la realidad en la que vive. Por eso también procuro leer cada día las páginas locales del periódico y conocer y participar de las preocupaciones sociales del país, que es ahora mi nuevo país sin que necesariamente tenga que adoptar la nacionalidad alemana.
El diputado alemán Markus Wanderwitz, portavoz del grupo de diputados jóvenes de los cristianodemócratas (CDU/CSU) ha presentado la idea, a primera vista descabellada, de una contribución solidaria y obligatoria al Estado para aquellas parejas que no tengan hijos. Su razonamiento es que tener hijos siendo un asunto privado que tiene serias consecuencias para el país. La realidad es que la tasa fiscal para los casados sin hijos es la misma que la tasa fiscal para los casados con hijos. No es así en Francia, por ejemplo. Los matrimonios con hijos contribuyen mucho más, a través de IVA, a llenar las arcas del Estado que los matrimonios sin hijos. La pensión que reciben los matrimonios con hijos es la misma que la que reciben los padres sin hijos, sin tener en cuanta el beneficio económico que para el Estado supone la inversión en educación que hacen los padres con sus hijos.