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Cultura

  • El fenómeno “Código da Vinci“

    medium_da vinci code.jpegEl marketing de la película ha producido su efecto. A pesar de las críticas negativas, la película resulta ser taquillera. Después del “tsunami” mediático que se ha producido antes del estreno, ahora podemos analizar con más distancia el fenómeno “Código da Vinci”. Estamos ante un género literario y cinematográfico que ha sido llamado “history fiction”. Ante este acontecimiento existen dos peligros: el ridiculizarlo y el darle demasiada importancia.

     

     

    No nos podemos quedar en lo anedótico: que se ha prohibido en la isla Samoa, que Umberto Eco se ha negado rotundamente a tener una mesa redonda en Vinci, Italia, con Dan Brown, que en la India se ha puesto un cartel en la película que confirma que se trata de una ficción y que no es apta para menores de 18 años, que ya se habla sobre la próxima película basada sobre el libro de Dan Brown “Angels and Deamons” en el que seremos testigos de asesinatos de cardenales durante un conclave: ¡no te lo pierdas!

     

     

    El sacerdote norteamericano del Opus Dei, John Wauck, profesor de la Universidad Pontificia de la Santa Cruz y autor del blog www.davincicode-opusdei.com fue entrevistado por el semanal alemán Focus el pasado 2 de mayo y explicaba así el fénomeno: “Es un cóctel. Brown habla de arte, de espiritualidad, de historia pagana, clásica y de la edad media, sobre sexualidad... Todo junto produce un cóctel que fomenta la curiosidad. Incluso es un cóctel muy “católico”.

     

     

    ¿Qué haría Dan Brown sin la Iglesia, sin el Vaticano, sin Roma?. Sus novelas dependen de la fascinación que emana de la Iglesia católica. Brown es el típico protestante americano. Las iglesias más antiguas de América son del siglo XVII. De repente, aparece en Roma y ve el obelisco egipcio, el Panteón pagano convertido en una iglesia. Ve San Pedro, las obras de Bernini. Esto fascina a cualquier americano porque su país no tiene mucha historia. En Roma encuentra la unión con el pasado. Uno de los efectos más importantes de los libros de Dan Brown es el aumento del turismo en Roma”. Sigue John Wauk: “Hablo de los EE.UU. porque allí han sido creadas estas novelas. Existe ahí un verdadero hambre por una cultura social menos trivial. Es la ansiedad por la historia, por el misterio, por la unión del pasado y del presente. Brown satisface este deseo. He observado como los jóvenes esperan pacientemente en una cola para pasar ante la tumba de Juan Pablo II con el “Código da Vinci” en la mano”.

     

     

    Según una encuesta realizada en Francia a mil jóvenes de 15 años, un 25% cree que Dan Brown ha hecho una investigación profunda y que, por lo tanto, es cierto lo que afirma en su libro. Cualquier persona con una mínima formación histórica, artística y teológica se da cuenta de que lo único cierto en la novela son las páginas del libro. Si alguien pretende aprender algo con este libro, resulta que sólo aumentará su ignorancia.

     

     

    Ahora bien, la gran oportunidad que nos ha brindado este “best-seller” es que ahora es muy fácil hablar de la fe hasta tomándose un aperitivo, en una cena o en una fiesta Es un buen momento para refrescar lo que aprendimos de nuestros padres, en el colegio, en las clases de historia y de arte, antes de recibir los sacramentos de la comunión o de la confirmación. O es que... ¿es poco lo que hemos aprendido?. Muchos deberíamos ser capaces de autoresponder muchas preguntas: ¿Quiénes son los sinópticos?, ¿cúando se escribieron los evangelios?, ¿cuáles son los fundamentos históricos de la existencia verdadera de Jesucristo?, ¿quién fue María Magdalena?, ¿cúales son los escritos del Qumran y qué contienen?. Son múltiples las preguntas que debemos ser capaces de responder o en las que nos podemos poner al día sin gran esfuerzo. A mí, personalmente, me ha ayudado el cuestionario sobre la figura de Jesucristo y sobre la Iglesia que se puede descargar en la página web del Opus Dei (www.opusdei.es).

     

     

    Con el “Código Da Vinci la Iglesia no pierde seguidores y el cine no gana entusiastas. Los que dudaban, tienen una buena ocasión para informarse y los que no saben nada sobre Jesucristo y la Iglesia, se van desgraciadamente más vacíos que nadie. Un desafío para todos, especialmente para los padres y para los profesores de enseñanza secundaria y universitarios.

     

  • La cultura de la libertad

    A Udo Di Fabio, magistrado del Tribunal Constitucional alemán que ha sido galardonado con el premio ”Reformador del año” el pasado 29 de noviembre por el Frankfurter Allgemeine Sonntagszeitung y es autor del libro “Die Kultur der Freiheit” (La cultura de la libertad), le preocupa la libertad del individuo en un estado cada vez más regularizado y cada día más afectado por normativas europeas que parecen ahogar dicha libertad. Cuanto menos responsable es el individuo y cuanta menos entidad moral posea, tanto más regula el estado. Sin darnos cuenta vamos perdiendo los derechos que emanan de la libertad a costa de un entramado de leyes cada vez más complejo y cada vez más dificil de delimitar, dando pie a una burocracia sofocante.
     
    Ahora bien, también corremos el peligro de errar en la noción de la libertad en un contexto cada día más individualista. La libertad, según Di Fabio, es más que la posibilidad de escoger. Existe también una libertad que llega a su plenitud al adquirir un compromiso. El juez, conocedor de las vicisitudes de la vida por ser padre de cuatro hijos, afirma que “occidente se encuentra en peligro porque existe una idea errónea de la libertad que conlleva la destrucción del sentido común”.
     
    Esta opinión va en la línea de los libros escritos últimamente por intelectuales alemanes con ideas innovadoras como “Generation Reform” (Generación Reforma), de Paul Nolte y “Der Staat - eine Erneuerungsaufgabe” (El estado y su tarea renovadora), de Paul Kirchhof. El libro de Di Fabio hace un recorrido de la filosofía del estado desde sus orígenes hasta nuestros días. La revolución francesa proclamó la base del estado moderno: libertad, igualdad y fraternidad. El autor se pregunta qué premisa es más fuerte como fundamento del estado, la libertad o la igualdad. ¿De dónde proviene la igualdad?. ¿En qué casos supera la fraternidad los limites de la libertad?. Estas preguntas no dejan de tener relevancia si consideramos, por ejemplo, los retos éticos que plantea la eutanasia.
     
    El juez alemán pone al descubierto algunas contradicciones de una Europa que es capaz del “olvido del futuro que se genera a través del prescindir de nuestros propios hijos” o también cómo es posible que sólo empecemos  “a valorar nuestra propia cultura sólo ante lo que nos es extraño”. Así ocurrió en Holanda, en octubre de 2004, cuando fue reclamada mayoritariamente una mayor protección legislativa de las religiones ante la calumnia, ya que un artista aparentemente se atrevió a ridiculizar al islam en sus obras de arte, episodio que además acabó en un crimen. “Ya nos hemos acostumbrado al desprecio de la religión cristiana, a la ridiulización del Papa, al insulto a la familia y a manchar las insignias nacionales y lo llamamos progreso”, escribe Di Fabio y se pregunta qué interés podrá tener un emigrante en integrarse en una cultura que se autodestruye, que “reniega de sus valores morales y que su oferta para dar un sentido a la vida parece que se agota en estar permanentemente de viaje, en alargar artificialmente la vida y en el consumo”.
     
    El autor dedica una parte extensa del libro a defender a la familia tradicional como fundamento de la sociedad, ya que “una sociedad desacostumbrada a los hijos está condenada irreversiblemente a perder su vitalidad”. No es poco frecuente oir por ejemplo que a una familia con niños se le diga que no puede firmar un contrato de alquiler simplemente por el hecho de tener niños (¡que por ley natural hacen ruido!). El prestigioso magistrado del Tribunal Constitucional reclama concretamente que el proyecto de ley sobre la antidiscriminación que se prepara en Alemania no deje de contemplar los casos de la discriminación de la familia, hasta ahora totalmente omisos en este texto legal.