Visto desde Alemania, la situación en Cataluña se presenta muy lamentable. Intuyo que la crisis económica por la que ha pasado España ha sido una fuente de alimentación para los sentimientos separatistas.
Cataluña y Baviera bien se pueden comparar. Las dos son grandes fuentes económicas en su país. En Baviera no hay desempleo. De los Länder alemanes algunos son “donantes” y otros son “receptores”. Todos saben en Alemania que Berlín vive del subsidio de los demás Länder. Esto es motivo de debate y de reajuste de las cuentas pero no un motivo para declarar la independencia. En Alemania hay Länder que son ciudades como Hamburgo o Bremen. Imaginémonos que Múnich declarase la independencia: seguro que habría muchas detenciones. Es cierto que los pueblos tienen un derecho natural a autodefinir su destino, ahora bien, contar con un marco que lo regule es una garantía de paz.
Desde Alemania, Madrid y Barcelona han dado la imagen penosa de dos bandos incapaces de negociar. Aquí se echa lamentablemente en falta una estrategia de negocio “win-win”. El 1 de octubre fuimos testigos de un gran atropello. La cuestión es cómo se llegó hasta ahí y de qué modo se hubiera podido evitar. En el caso del “Brexit”, según el conocido catedrático Werner Weidenfeld, “hay tantos problemas que resolver en detalle que tocan 20 minutos por problema durante un período de dos años. Al final no se sabe si llegarán a un acuerdo entre Europa y Gran Bretaña”.
La cosa se pone aún peor si se contempla desde la situación geopolítica mundial en la que nos encontramos. Pensemos en los atentados que ha sufrido Europa últimamente. La misma Barcelona estuvo tristemente “unida” a raíz de un atentado. Rota Cataluña, rota España, rota Europa… ¿Hay alguien que se está frotando las manos y disfrutando de que en España estemos en esta situación? Pensemos.
Decía Viktor Frankl, el conocido psicoterapeuta vienés y judío que sobrevivió Auschwitz: “A la estatua de la libertad en la costa Este, le falta el equilibro de la estatua de la responsabilidad en la costa Oeste de los Estados Unidos”. Construyamos entre todos la estatua de la responsabilidad. Para eso debemos gestionar y encauzar con responsabilidad nuestros sentimientos y los de los demás. Un sentimiento nos une ahora a todos: el dolor por lo que está ocurriendo.
Si Cataluña declara la independencia yo me haré alemán.