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Contrastes

6f7c8b178d6ca7fb4624a5bbb60301a5.jpegHace dos semanas estuve de nuevo en Mallorca y ya es casualidad que me encontrase a la canciller alemana Angela Merkel por la calle. En efecto, iba hacia Cort y a la altura de Conquistador pregunté a un policía: ¿viene alguien importante? "Zapatero", me contestó. ¿Y alguien más? "Merkel", me volvió a contestar. Las calles no estaban muy llenas, pero sí había alguien eran sobre todo alemanes. Así que me dispuse a saludar a Merkel, por si se terciaba la ocasión lo cual ya hacía sonrojar a mi hermana, que me acompañaba, sólo de pensarlo. No se acercó Merkel a la zona donde yo estaba, así que me quedé con las ganas. Ahora bien, quise gritarle "Willkommen auf Mallorca!" (bienvenida a Mallorca) pero el subconsciente me hizo una mala jugada y dije "Willkommen in Deutschland!" (bienvenida a Alemania). Menos mal que no lo oyó nadie. Me quedé asombrado de mi mismo.

Ese mismo fin de semana seguí los titulares acerca del enfrentamiento entre Iglesia y Estado ante las próximas elecciones. ¿A quién le sorprende que la Iglesia ofrezca orientaciones generales relacionadas con los derechos fundamentales y con la dignidad humana a sus fieles antes de unas elecciones sin nombrar explícitamente ningún partido?. Y, ¿a quién le sorprende que el Gobierno español reaccione de esta manera? A nadie. Entonces, ¿de qué nos sorpendemos?

Nicolas Sarkozy, un personaje que nos tiene a todos perplejos y que seguramente él estará más perplejo aun consigo mismo, dió un discurso el pasado 20 de diciembre (que le corresponde como nuevo presidente de Francia) en la basílica de Letrán en Roma. Habló de la "laicidad positiva", un término que me parece interesante. Allí expresó su deseo del "advenimiento de una laicidad positiva, es decir, una laicidad que, al mismo tiempo que vela por la libertad de pensar, de creer y de no creer, no considere que las religiones son un peligro, sino mas bien una ventaja (...). Vuestra contribución a la acción caritativa, a la defensa de los derechos del hombre y de la dignidad humana, al diálogo interreligioso, a la formación de las inteligencias y de los corazones, a la reflexión ética y filosófica es importante... en este mundo paradójico, obsesionado por el confort material, pero al mismo tiempo cada vez más deseoso de sentido y de identidad. Francia necesita católicos convencidos que no teman afirmar lo que son y lo que creen". Esto, por lo menos, está bien dicho.

En este viaje a mi querida isla, que no sólo ha coincidido con el desembarco de Merkel, sino también con el aniversario de Jaume I, también he descubierto dos nuevos libros. Uno, el de Valentí Puig (que aunque yo fui a San Cayetano hasta los doce años, siendo él ahí profesor, desgraciadamente, no lo llegé a tener en clase): "La fe de nuestros padres", un libro excelente que vale mucho la pena leer para entender la clave de nuestros días. El otro libro es el de Santiago Mata: "El hombre que demostró el cristianismo – Ramón Llull", un libro de especial interés para apreciar el fenómeno islámico actual desde el prisma de la historia.

De todos modos, después de volver a ver a la familia y los amigos, lo mejor ha sido ¡ver el mar!. Esto sólo lo entienden los mallorquines que han dejado de verlo.

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