Ok

By continuing your visit to this site, you accept the use of cookies. These ensure the smooth running of our services. Learn more.

  • El prestigio del Premio Carlomagno

    medium_dom_ac.jpegUna de las instituciones civiles más nobles que tiene la antigua e histórica ciudad de Aquisgrán es el Premio Carlomagno (www.karlspreis.de). Aquisgrán no era más que ruinas cuando fue tomada como primera ciudad alemana por los aliados.

    Un comerciante, el Dr. Kurt Pfeiffer fundó un círculo cultural llamado “Corona Legentium Aquensis”, con el deseo de fomentar el diálogo entre políticos, científicos y personajes de la cultura de toda Europa. De ahí salió la idea de presentar a los ciudadanos de Aquisgrán, el 19 de diciembre de 1949, la idea del Premio Carlomagno cuyo fin fue definido del siguente modo: “El premio Carlomagno actúa hacia el futuro y conlleva consigo un deber de contenido sumamente ético. Se dirige, regenerado por una nueva fuerza, a la unificación de los pueblos europeos para defender los más altos valores humanos: la libertad, la humanidad y la paz, para ayudar a los pueblos oprimidos y marginados, y para asegurar el futuro de los hijos y de los nietos”. Carlomagno sería el nombre del premio. Fue aquel emperador que escogió Aquisgrán en el siglo VIII como su residencia palatina y así se construyó un puente entre el pasado y el futuro.

     El jurado que decide sobre el premiado lo forma el alcalde, el gerente del Ayuntamiento -que son dos tareas y dos personas distintas en Alemania-, el obispo de Aquisgrán y el rector de la Escuela Técnica Superior de Renania Westfalia de esta misma ciudad. El premio, que es en realidad de los ciudadanos, ­consiste en 5.000 euros, una medalla y un certificado. El galardón ya ha sido otrogado en 41 ocasiones. Entre los galardonados figuran: Alcide de Gasperi (1952), Konrad Adenauer (1954), Sir Wiston Churchil (1955), Robert Schuman (1958), Don Salvador de Madariaga (1973), El Rey Juan Carlos I (1982), Henry Kissinger (1987), François Mitterrand y Helmut Kohl (1988), Václav Havel (1991), Felipe González Máquez (1993), Tony Blair (1999), Bill Clinton (2000) y un premio extraordinario para Su Santidad Juan Pablo II (2004), que se otorgó excepcionalmente fuera de Aqusgrán: en el Vaticano.

    En las fechas en las que se entrega el premio la cuidad está galardonada. El día anterior la cuidad ofrece una cena a los invitados en el museo donde “nació” el premio. Los premiados asisten una misa solemne que se celebra en la ancestral catedral de Aquisgrán (del siglo VIII). A continuación se hace entrega del premio en la Sala de la Coronación del ayuntamiento. Se hacen tres discursos: uno del alcalde, otro (de alabanza: Laudatio) por parte de un invitado especial y el tercero, de agradecimiento, por el galardonado. Acuden antiguos premiados y si se le entrega a un Jefe de Estado, suelen acudir también varios Jefes de Estado de Europa. Recuerdo que con este motivo pude conversar brevemente con S.M. el Rey en 1991 en el hotel donde se alojaba y también pude felicitar a Felipe González en la recepción que tiene lugar después de la entrega del premio. Fueron días que no olvidaré.

  • Carta a José Orlandis Morell *

    Colonia, 1.8.2006

     

     

    Queridísimo Pepe:

    Me corresponde hoy escribirte la última carta. No he llegado a tiempo. Hoy quería llamarte y recomendarte un libro. ¡Qué ingénuo pensar que serías capaz de leer algo!.

    No se me va de la cabeza lo que me dijiste, ya con una voz bastante apagada, el día de tu cuarenta cumpleaños, el pasado 11 de julio: ¡Reza!. La verdad es que rezar por alguien gravemente enfermo es un verdadero desafío a la fe. Un día me dijiste: “lo ofrezco todo a Dios. Esto tiene que tener algún sentido. Realmente el favor me lo has hecho tú a mí, poniéndome a rezar. Me animó el que me dijeras “no sabes cuanto ayuda el que te digan que rezan por ti. Pues bien, Pepe, has ayudado a mucha gente que no conoces, que también ha rezado por ti. Lo que tú has sufrido durante un año me paracería inaguantable sin la fe en un Dios salvador. Tú, con tu carácter fuerte, has tenido una lucha con la vida y la muerte hasta aceptar este designio. No habrá sido fácil, todos lo comprendemos. Menos mal que Isabel ha sido el bálsamo y la ternura que ha hecho más leve el dolor.

    Son tantos los recuerdos: el mismo pupitre en el colegio de Montesión, ¡Qué bien nos lo pasábamos en clase!, ¡cuántas risas!, la misma carrera de Ingeniería de Telecomunicaciones (tú en Madrid, yo en Aquisgrán), los reencuentros con nuestros amigos en los veranos de Mallorca y nuestras coincidencias en Barcelona y Madrid.

    Pepe, te felicito, has alcanzado la meta. Ya nos esperas en el cielo, especialmente a tu querida mujer Isabel y a tus queridos padres Noreta y Fausto. Has dejado el listón muy alto. Échanos una mano para que sepamos distiguir lo importante de lo trivial.

    Tu amigo que no te olvida,

    Josechu.

    * Ingeniero mallorquín fallecido a los 40 años en Madrid

  • Ser emigrante

    medium_2_Generationen.jpegCuando leí con catorce años “Diario de un emigrante”, de Miguel Delibes, nunca pensé que llegaría a serlo. Tuve por primera vez conciencia de serlo cuando cumplí lo que está prescrito en mi pasaporte: “Los españoles que se hallan en el extranjero, para recibir la protección de los Representantes dimplomáticos y de los Cónsules de España y ejercer los derechos que les confieren los Tratados Internacionales y la legislación española, deberán inscribirse en el Registro de Matrícula de la Oficina consular o Misión diplomática correspondiente, ya sea en concepto de transeúntes o como residente. A tal efecto, deberán solicitar la inscripción dentro de los treinta días siguientes a su llegada a la circunscripción donde se encuentren”.

    Y la verdad es que pasan los años y vas cambiando de forma de pensar y de ser y te sientes cada vez más extraño cuando pasas una temporada en España, aunque en mi caso, cuando voy a Mallorca, según donde esté, se me cruzan los cables. No sé si estoy en Mallorca o en Alemania.

    He leido últimamente un libro breve, ameno y denso al mismo tiempo: “Breve teoría de la España moderna” del profesor Fernando Iniciarte, al que tuve el gusto de llegar a conocer personalmente. Vivió en Alemania desde 1954, donde fue profesor de Filosofía en las Universidades de Colonia y Friburgo de Brisgovia. Desde 1975 fue catedrático de Filosofía en la Universidad de Münster. Falleció en el año 2000. La lectura de este libro me ha ayudado a comprender algunas cosas sobre mí mismo. Cito: “Un amigo y perspicaz amigo peruano me dijo una vez en Alemania: tú te pasas la vida intentando ser cada vez más alemán y el resultado es que cada vez eres más español. Cuando se lo conté en alguna ocasión a un colega de mi universidad, me dijo: no es verdad; usted es uno de nosotros. A la vista de tales discrepancias se comprenderá mi tranquilidad y a la vez mi preocupación cuando otro viejo y penetrante amigo (esta vez un irlandés) me comentó, no sé yo ahora a propósito de qué, (desde luego no de esos otros comentarios), que no hay personas más aburridas en el mundo que las que viven como queriendo hacer olvidar su propio origen”. Esta observación es muy acertada y no puedo más que confirmarla.

    Hace poco tuve una conversación telefónica con un señor de Marid que no me conocía. Me dijo: “¡Qué bien hablas el castellano!“. No es la primera vez que me ocurre. Este suele ser uno de mis momentos de crisis. ¿Cómo reaccionar?. Normalmente me troncho de la risa. Con los casi 23 años que tengo de residente inscrito en el Consulado de Düsseldorf es casi inevitable que ocurra esto. Yo opto por escoger lo mejor de mi patria y de Alemania y me quedo con ambas cosas sin partirme el cráneo excesivamente. Naturalmente, y afortunadamente, hay caracteres distintos que van más allá de los típicos prejucios de que si los alemanes son cuadriculados y poco expresivos y los españoles son perezosos y fiesteros. Ni un extremo ni el otro. Hay de todo.