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Colonia

Cuando a un mallorquín el destino, o mejor dicho la providencia, le sorprende con la aventura de abandonar „la isla de la calma“, comienza la búsqueda de la satisfacción de una necesidad vital. Me refiero al imperativo de ver, de vez en cuando, el mar o, por lo menos, oir el ruido del agua corriente. Ver el mar, echar una mirada al horizonte, remansa el alma. Hace reflexionar, nos permite ver que somos seres limitados y nos descansa.
 
Vivo ya 22 años en Alemania y después de pasar 18 años en Aquisgrán, sin ver el mar, puedo por lo menos ahora en Colonia ver el rio Rin y ya el resonar de la corriente de agua me hace recordar algo connatural al que ha nacido en una isla, al que ha tenido contacto casi diario con el mar. Por lo menos uno ve barcos, aunque los navíos fluviales, bien distintos son de los marítimos.
 
El Rin marca uno de los límites del imperio romano. Colonia, mejor dicho Colonia Claudia Ara Agrippinensium es una fundación romana del año 15. La huella romana en la ciudad se nota aún hoy en el carácter de los colonienses y en general en el de los habitantes de la cuenca del Rin. Son otro tipo de alemán, que poco tiene que ver con el mítico caracter prusiano. Colonia es lo más parecido a Roma que tenemos en Alemania. La prueba fue que durante la Jornada Mundial de la Juventud del 2005, los anuncios de los tranvías se daban también en italiano.
 
La Catedral de Colonia es un edificio impresionante y de visita obligatoria en la ciudad. La prueba de fuego es subir los 600 escalones de una de la torres para contemplar la fabulosa panorámica. Desde ahí se ven las otras 12 iglesias románicas, cada una digna de ser visitada, que coronan la ciudad. Inimaginable que Colonia tuviese unas 300 iglesias en la época del asalto napoleónico, que causó escaramuzas en la ciudad. Cuando uno ve imágenes de la Catedral rodeada de ruinas, una ciudad al raso, son muy patentes las sequelas que produjo la segunda Guerra Mundial. Un episodio, que si bien el país ha superado, sigue siendo una cicatriz viva que marca el futuro de una nueva generación de amante de la paz.
 
Quizás la primera vez que oí „Colonia“ fue cuando me enteré de que mi madre me ponía este agua bien oliente en los cabellos. Y en efecto, „el primer perfume elaborado con fines comerciales data del siglo XIV, y se conoció en aquel entonces como „Agua admirable“, nombre que le dió su creador, el químico y comerciante italiano Juan María Farina, quien en 1709 se estableció en Colonia“. Así dice lo que cito de Wikipedia.
 
En conclusión, se puede decir que Colonia bien vale un viaje y como su aeropuerto está muy transitado por turistas que van a Mallorca, no estaría mal aumentar el número de turistas mallorquines que vengan a Colonia,  por eso que dicen sobre el facilitar la integración.

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