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Cuando no queda nadie, solo queda la familia

Después del éxito editorial de 2004 de Frank Schirrmacher con “La conspiración de Matusalén” (más de 700.000 ejemplares vendidos), un libro que abre los ojos al lector frente al envejecimiento de las sociedades occidentales, aparece su última obra: “Minimum”. Schirrmacher, co-editor del Frankfurter Allgemeine Zeitung, explica de un modo muy gráfico que en las situaciones de crisis con peligro de vida (incendios, inundaciones, etc) existe -de un modo comprobado- una mayor probabilidad de que se salven antes los miembros de una familia, que aquellos que pretendían salvarse de un modo independiente y atónomo. De hecho si “en el tanscurso de un decenio el deseo de tener hijos desciende en los varones un 15% y en las mujeres un 5%, está descendiendo la economía moral, el recurso del altruismo. Esto suena a moralina pero fácilmente se puede traducir en cifras o en fórmulas de reciprocidad, pues los que sufrirán son los que más tarde serán independientes en su vejez y los que precisarán de ayuda sin poder ser capaces de comprar esa asistencia. La preocupación por el acoso a la familia y la disminución de la población no son, como muchas veces se afirma, la ansiedad conservadora por una familia intacta”. No sorprende que exista una correlación entre el número de hijos y el hecho de si una mujer es una asidua a las telenovelas (una palabra que ha sido incorporada al alemán) o a los “culebrones”. En Alemania existe una conciencia cada vez más elevada de que los programas de televisión, al presentar continuamente situaciones patológicas de la familia, han influido trágicamente en su percepción y en la idea, entre los jóvenes, de que se puede ser feliz sin tener familia: “Un estudio del año 2005 del Instituto Adolf Grimme constata que en los guiones de las películas un 56,1 % de las mujeres ¡no tienen hijos!. El 11,3 % de las mujeres y 8,3 % de los varones tienen un hijo. Dos hijos tienen un 6,8 % de las mujeres y un 4,8 % de los varones. Solo un 3,3 % de los varones y un 3,1 % de las mujeres tienen más de dos hijos. Y en el 25% de los protagonistas es difícil identificar si tienen o no tienen un hijo”. Schirrmacher hace ver “que se trata de mucho más que de la crisis del estado de bienestar y no de formas de vida o de cuestiones de poder sino que se trata mas bien del origen del capital social que permitirá estas formas de vida. A la hora de formar una familia o de la procreación, se trata, ni más ni menos, también de un proceso sociológico que está determinado, de un modo más profundo de lo que pensamos, por un componente biológico. Por eso, no estaría nada mal, echar un vistazo a la naturaleza para ver lo que nos espera”. La conclusión de Schirrmacher no se hace esperar: “Que el no querer tener hijos varones esté de moda no es la noticia sorprendente, sino que existe un nuevo interés por tener hijas. Los hijos son soportes importantes de la familia como proveedores del sustento. A pesar de la tendecia a ser afeminados, su herencia evolutiva les hace poco capaces para la asistencia familiar. Los varones no pueden, por tanto, lo que últimamente pueden las mujeres: lo pueden todo. Las hijas puede tener competencia social, pueden ser compasivas y pueden generar el sostenimiento. Por este aumento de posibilidades, la hijas, por primera vez en la historia de la sociedad moderna, podrán ejercer las funciones universales de ambos sexos”. Y no se queda aquí: “Quizá pensarán que esta tesis es exagerada o quizá no. Lo decisivo es que la dismunición de los recursos del parentesco por un lado y el crecimiento de la proporción de las mujeres en la sociedad por otro, asigna a las mujeres el papel de conservadoras de la red social. Las mujeres no son, para expresar una trivialidad, mejores hombres. Pero estas abuelas, madres e hijas decidirán si nuestra sociedad volverá a renacer”. “No podemos hacer girar el reloj hacia atrás. Hasta la mitad del siglo XXI habrá, según el pronóstico humano, cada vez menos niños y una distribución cada vez más marcada de familias clásicas o de las no-familias. Alemania tiene actualmente, de todos los países europeos, la concentración más elevada de nacimientos: el 26 % de la las mujeres nacidas en 1960 dieron a luz a la mitad de los niños nacidos de mujeres de ese mismo año”. Schirrmacher afirma al final de su libro con optimismo que “la verdadera herencia que podemos entregar es el discernimiento de que lo que las familias hacen por cada uno de sus miembros, lo hacen para todos. Hay roles que uno no puede escojer sino que nos escojen. Esto nos da esperanza. Si los niños profundizan lo que experimentan, tienen la increíble posibilidad de entregar una nueva herencia. Nuestra fe en la total disponiblilidad de todos los roles, estilos y del tiempo, nuestra convicción silenciosamente asumida por la televisión de que el destino es un programa libremente escogido por el hombre, nos ha hecho olvidar de que estamos jugando con fuerzas elementales”.

Comentarios

  • Es verdad que la mujer tiene un peso especial y determinante en la familia, es verdad que las madres, si quieren "pueden con todo", pero lo importante es conseguir que haya unidad familiar y para ello ha de haber una participación igualitaria tanto del hombre como de la mujer, ya que hoy en día ambos participan en el mundo laboral. Esto es un reto a conseguir para todas las mujeres trabajadoras, luchadoras incansables para conseguir esa unidad.
    ¿Que puede aportar la sociedad para la mejora y aumento de la familia?. Está claro, equilibrar la vida laboral y familiar es cosa de dos ademas de las empresas. Está demostrado que todas aquellas medidas empresariales y sociales que favorezcan la vida en familia favorecen a la persona, a la pareja y a los hijos. Que quede bien claro que los hombres desempeñan un papel fundamental para lograr familias sostenibles. El problema está en que los empresarios europeos están pasados de moda, no hay una política en la que se valoren mas los resultados que el tiempo que dedican al trabajo. Las empresas se están perdiendo el talento femenino, ya que es la mujer la que elije la media jornada o la que renuncia al trabajo laboral por atender mejor a la familia. Está claro que las políticas no ayudan de una manera eficaz a la mujer, ni al hombre, ni por tanto a la familia.
    Hasta que los hombres no se conciencien que nuestra presencia en casa, padre o madre, es esencial no avanzaremos. Las mujeres tienen menos posibilidades de elegir un desarrollo profesional porque no se produce una buena conciliación.
    Según el doctor Enrique Rojas (Catedrático de Psiquiatría): "Querer conciliar, tanto hombres como mujeres, es imprescindible para que exista una relación de familia verdadera. Ese es el amor inteligente, conseguir familias equilibradas y sostenibles en el trabajo".
    Un abrazo. Muy interesante tu artículo.

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