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  • La familia, el primer y último refugio

    ¿Usted por qué compra tanto? Esta es la pregunta que muchos padres y madres de familia han tenido que oír pacientemente en los supermercados alemanes al hacer la compra durante estas últimas semanas. Es más, les han pedido que se documenten como familia numerosa ante la cajera. Tal ha sido el despropósito que la presidenta de la Federación Alemana de Familias Numerosas, Elisabeth Müller (farmacéutica y madre de seis hijos), se vio obligada a emitir un comunicado en el que declaraba: “Cada vez más padres de familias numerosas se encuentran con la incomprensión, la desconfianza e incluso agresiones a la hora de hacer compras absolutamente necesarias”.

    El conocido editor del Frankfurter Allgemeine Zeitung, Frank Schirrmacher, que destacaba por escribir sobre temas visionarios, escribió en 2006 un libro con el título "Minumun", sobre la familia. En esta obra afirma que la familia es simplemente indestructible. Recordaba que existen estudios de cómo ante una catástrofe (un incendio, una inundación...) está demostrado que una familia tiene mayores posibilidades de salvarse. El motivo no es del todo sorprendente: mientras que durante una crisis las amistades vitales tienden más bien a diluirse y cada uno piensa en salvar su propia piel, las familias intentan salvarse en su conjunto y desarrollan mejores estrategias de supervivencia. ¿A dónde vamos cuando fracasan todas la redes sociales y estatales a nuestro alrededor?

    La familia es algo más que un lugar con “un frigorífico común”, como se ha ido ridiculizando en los últimos años en Alemania. Si algo hemos descubierto en esta pandemia es su capacidad de aguante y de resiliencia. Los abuelos han soportado no abrazar a sus nietos. Los padres y madres en modo teletrabajo se han visto ante un desafío de dos caras: por una parte, afrontar las nuevas exigencias del trabajo remoto y, por otro lado, han aprendido a convivir de nuevo y se han “redescubierto” como pareja, han aguatado el tirón de tener niños en casa asistiendo a clases virtuales y todo ello de un modo simultáneo. Los hijos han soportado – en la medida de lo posible – el no salir de su casa para pasear (no ha sido el caso en el Alemania, donde se ven muchas familias paseando y en bicicleta). Soy consciente de que estoy escribiendo esto en clave positiva. Me consta que esta prueba de fuego ha tenido sus estragos y no son pocos, y serán muy graves. Los padres han hecho malabarismos para combinar todos estos nuevos aspectos de la vida familiar. Además, no pocas familias han entrado en una crisis financiera muy seria. El Secretario General de Naciones Unidas, Antonio Guterres, del que me he convertido en un asiduo seguidor, recordó en un de sus mensajes la gravedad del crecimiento de la violencia doméstica, que causa en parte mayores males que un virus. Es cierto que esta crisis está manifestando nuestro verdadero carácter y, como dice el orador Viktor Küppers, seremos recordados por cómo nos estamos comportando, seamos conscientes de ello.

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  • En la sociedad post pandemia necesitamos organizaciones Fénix y no unicornios

    La crisis económica causada por el coronavirus nos está haciendo replantear muchas cosas. Muchas organizaciones se van a ver obligadas por necesidad a cambiar su modelo de negocio. “Not macht erfinderisch”, la necesidad nos hace creativos, se dice en alemán. Es el momento de perder el miedo a reinventarse. Es la hora no sólo de permitir, sino de fomentar la creatividad.

    En los últimos años hemos oído mucho sobre las nuevas organizaciones unicornio. Es un término acuñado por Aileen Lee en 2013. Se trata de “start ups” con un gran poder disruptivo. Son empresas como Facebook, Amazon o Uber. Se caracterizan por su uso acertado de las redes sociales y de las nuevas tecnologías, por estar centradas en el cliente, por una expansión global acelerada, por su diversidad en sus equipos y por la incertidumbre con la que saben convivir. Son organizaciones de crecimiento exponencial y que no pocas veces viven a costa de los demás. Es decir, unos crecen y otros se hunden. Los inversores han ido últimamente a la caza y captura de los unicornios. ¿Cómo nos toca invertir en el futuro?, ¿qué criterios moderarán nuestros afanes filantrópicos?

    Durante estos días he estado siguiendo los cursos on line que ofrece IESE Business School. Pienso que esta debe ser la misión de las escuelas de negocio en estos meses de crisis: Dedicar recursos a asesorar a los antiguos alumnos y a toda la comunidad empresarial. Y esto supone divulgar de una manera generosa la ciencia de cómo afrontar esta crisis: asegurando liquidez, comunicando bien y definiendo nuevos escenarios de negocio. O, dicho de otro, modo reinventándose. Es la hora de dejar de lado estructuras de gobierno inútiles en este tipo de situaciones. De este modo el tejido empresarial, sobre todo las PYMES, se refuerza y se vuelve más dinámico y resiliente, y más apto a los cambios sistémicos y a un futuro impredecible.

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