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En la sociedad post pandemia necesitamos organizaciones Fénix y no unicornios

La crisis económica causada por el coronavirus nos está haciendo replantear muchas cosas. Muchas organizaciones se van a ver obligadas por necesidad a cambiar su modelo de negocio. “Not macht erfinderisch”, la necesidad nos hace creativos, se dice en alemán. Es el momento de perder el miedo a reinventarse. Es la hora no sólo de permitir, sino de fomentar la creatividad.

En los últimos años hemos oído mucho sobre las nuevas organizaciones unicornio. Es un término acuñado por Aileen Lee en 2013. Se trata de “start ups” con un gran poder disruptivo. Son empresas como Facebook, Amazon o Uber. Se caracterizan por su uso acertado de las redes sociales y de las nuevas tecnologías, por estar centradas en el cliente, por una expansión global acelerada, por su diversidad en sus equipos y por la incertidumbre con la que saben convivir. Son organizaciones de crecimiento exponencial y que no pocas veces viven a costa de los demás. Es decir, unos crecen y otros se hunden. Los inversores han ido últimamente a la caza y captura de los unicornios. ¿Cómo nos toca invertir en el futuro?, ¿qué criterios moderarán nuestros afanes filantrópicos?

Durante estos días he estado siguiendo los cursos on line que ofrece IESE Business School. Pienso que esta debe ser la misión de las escuelas de negocio en estos meses de crisis: Dedicar recursos a asesorar a los antiguos alumnos y a toda la comunidad empresarial. Y esto supone divulgar de una manera generosa la ciencia de cómo afrontar esta crisis: asegurando liquidez, comunicando bien y definiendo nuevos escenarios de negocio. O, dicho de otro, modo reinventándose. Es la hora de dejar de lado estructuras de gobierno inútiles en este tipo de situaciones. De este modo el tejido empresarial, sobre todo las PYMES, se refuerza y se vuelve más dinámico y resiliente, y más apto a los cambios sistémicos y a un futuro impredecible.

De este modo se salvan vidas, salvando también empresas. Todas éstas, también las escuelas de negocio, necesariamente van a tener que redefinir su oferta en la sociedad post coronavirus, ya que la sociedad también va a cambiar en sus costumbres: en la manera de viajar, de consumir y también en las formas de comunicarse.

Nos damos cuenta de que la vida es cambio y el cambio es vida, como me decía un amigo un una de las múltiples conversaciones que estoy teniendo estos días. Panta Rhei (todo fluye) es la sentencia de Heráclito que aprendimos en nuestras primeras clases de filosofía. 
Peter Hinssen ha escrito el libro “The Phoenix and the Unicorn”, sobre innovación corporativa. Las organizaciones Fénix son aquellas capaces de reinventarse en ciclos. Son empresas como Walmart, Volvo, Disney, Mircosoft o Apple. Para ello hace falta tener un claro sentido de misión y de propósito, y conocer nuestra aportación personal y empresarial a la sociedad. Necesitamos organizaciones altruistas, dispuestas a colaborar, dispuestas a ser un “role model” en su ámbito empresarial y social.

Pongámonos a pensar y a actuar para afrontar los desafíos que tenemos en todo el mundo, sobre todo en los países emergentes. El confinamiento es un lujo de los países ricos. En otros muchos países gran parte de sus habitantes viven de la calle y quizá morirán antes de hambre que del coronavirus. Pensemos en cómo vamos a ayudar a aquellos que tienen menos que nosotros. El Secretario General de las Naciones Unidas,
Antonio Guterres, no cesa de explicarnos que si algo tenemos que aprender de esto es a ser muchísimo más solidarios a todos los niveles: en las familias, en las empresas, en las sociedades, en las naciones y en los continentes. Es patente también la necesidad de dar soporte a la investigación puntera. Ésta es cara, pero como se ve en el caso del desarrollo de nuevas vacunas, antes y ahora es vital. Somos colaboradores de la creación. Por fin nos damos cuenta de que no solo viajamos en el mismo barco sino que nos encontramos en el mismo planeta. Estamos entrando en una nueva era de colaboración y cooperación local, nacional, internacional e intercontinental, entre la empresa pública y la privada, entre el mundo “for profit” y ”non-for-profit”. Aprendamos la lección. Apostemos por un mundo más unido y menos egoísta.

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