Algunas veces la realidad es más inimaginable que la ciencia ficción. Desde que la Canciller Alemana Angela Merkel habló el pasado once de marzo a los medios de comunicación junto al Ministro de Sanidad Jens Spahn, se acabaron las bromas sobre el virus corona. La Canciller apeló al sentido cívico y a la solidaridad para desacelerar la expansión de este virus y así descongestionar los servicios de sanidad y ganar tiempo. Citó a los expertos que anuncian un nivel de infección de la población entre un 60 y 70 por ciento. Un día más tarde confirmó la Canciller que se prohíben todas las asambleas de más de mil personas y se pide que se cancelen reuniones de menos de mil personas que no sean necesarias. El Ministro Jens Spahn, ya avisó hace unas semanas, que debemos reducir algunas actividades que nos parecen cotidianas e imprescindibles (asistir a un concierto, visitar parientes, etc). Así lo hemos experimentado todos dolorosamente. Los perdedores somos por lo tanto todos, a nivel personal, a nivel profesional y a nivel social.
Ahora bien, también nos podemos preguntar cómo podemos gestionar esta crisis de manera inteligente. No es el momento de buscar culpables, aunque sí se puede poner en duda la política de información de algunos agentes. Al que no lo haya leído, le recomiendo la lectura del artículo de Tomas Pueyo: “Coronavirus: Why You Must Act Now – Politicians, Community Leaders and Business Leaders: What you should Do and When?”. Es más bien el momento de reorganizar nuestra agenda, de pensar lo que es verdaderamente importante, de ocuparnos de otras personas que están quizás en peor situación que nosotros.
Es también la hora cero de una nueva época de la digitalización. Es una bendición que contemos con servicios informáticos que nos permiten seguir comunicados a nivel personal, a nivel de empresa y a nivel social. El aula virtual, ya no es una teoría sino una realidad. No son pocas las universidades y escuelas de negocio, como la mía, que están restringiendo el acceso de los estudiantes y forzando la participación online en clase. Esto es un desafío tanto para los estudiantes como para los docentes. Está claro que la docencia no podrá ser nunca virtual al cien por cien. El contacto humano es imprescindible para conocerse, compartir y entenderse, pero han una buena parte de la docencia que será cada vez más virtual con el paso del tiempo, sobre todo si contamos con tecnologías de “augmented and virtual reality” que harán del aula virtual algo muy cotidiano y al mismo tiempo tendremos acceso a contenidos de verdaderos expertos a nivel mundial. ¡Ya me gustaría asistir a las clases de los Albert Einstein de hoy!
No pocos están descubriendo las ventajas e inconvenientes del “Home Office”. Es un lujo contar con ello en algunas profesiones en las que basta un ordenador y un teléfono para trabajar. No es posible en todas las profesiones, sobre todos en aquellas en las que el trabajo manual es imprescindible. A estas personas debemos nuestra admiración en estos momentos, pues se exponen con más al peligro del contagio.
También podemos mirar con agradecimiento a los avances en la medicina y la telemedicina que nos permitirá estar en contacto con personal médico sin la necesidad de un contacto personal y no hablemos de las posibilidades del futuro de producir medicamentos a la medida de nuestro organismo, es decir de individualizar la medicación. De hecho, como reacción a esta epidemia, en estos minutos están aumentando las inversiones en start-ups del sector sanitario.
Queda patente la vulnerabilidad del mundo global hiperconectado. Cuanto mayor la conexión, mayor la fragilidad. Este primer “tortazo” nos puede venir bien para cuestionar la apología insensata del mundo artificial (el transhumanismo) y nos debe dar un mayor respeto por la naturaleza. Esta crisis (fronteras cerradas, limitación de medicina y alimento, reuniones prohibidas) es bien comparable a una crisis de carácter bélico.
Es por lo tanto el momento de pensar si es necesario tanto viaje y tanto vuelo y si es necesario permanecer rotando en la vorágine de la vida ordinaria o si nos conviene más bien estar con aquellos a los que debemos tanto: parientes, amigos, etc. Es decir, cuidar nuestras relaciones. Así somos, casi todos, ganadores.
José Félix Pons de Villanueva
Ingeniero de Telecomunicaciones y Director de Desarrollo de IESE Business School en Alemania, Austria y Suiza