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  • Vivir con una discapacidad

     

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    Siempre es llamativo ver al ministro de Finanzas del Gobierno alemán, Wolfgang Schäuble, moverse con soltura en su silla de ruedas sin que esto haya supuesto que dejara de ser uno de los ministros de Kohl y de Merkel durante muchísimos años. Recuerdo el día en el que sufrió un atentado que le hizo perder la movilidad en las piernas. Sandra Roth, autora del libro "Lotta Wündertütte" (Lotta, bolsa de sorpresas) cita a Schäuble en su libro, ya que dijo: "La diferencia entre los discapacitados y los que no los son es que yo sé que lo soy, pero ellos no".

     

    Sandra Roth es una joven periodista que vive en mi barrio y que el pasado mes de agosto publicó un libro sobre su vida con su marido, su hijo y su hija, a la que le descubrieron en el noveno mes de embarazo una malformación circulatoria en el cerebro que creaba una especie de "cortocircuito" entre una vena y una arteria. Esa situación generaba, ya antes de nacer, una falta de riego sanguíneo en el cerebro del bebé y una sobrecarga en su corazón.

    Desde el momento del fatal diagnóstico hasta hoy han vivido una vida llena de incertudumbre, con muchas operaciones del bebé muy arriesgadas y la manifestación de una parálisis cerebral, una imposibilidad de andar y de ver, además de frecuentes ataques epilépticos.

    La autora no hubiera descartado un aborto si se llega a enterar antes. Dadas las circunstancias, ella y su marido decidieron no interrumpir la vida de su hija – no se veían con tal autoridad – y este es precisamente el hilo rojo de todo el libro. Lotta (nombre ficticio de la hija) todavía vive hoy gracias al amor incondicional de sus padres y a pesar de todos los inconvenientes que han tenido que sufrir. De hecho, el libro –que espero podamos leer en castellano algún día– es el perfecto guión para una película. Me ha recordado al largometraje "El aceite de la vida", en el que destaca la actuación de la actriz Susan Sarandon y en el que el padre le dice a su hijo enfermo: "No me ve, ni me oye, pero es mi hijo".

    La autora decribe en los diálogos del libro las reacciones de amigos y de desconocidos ante la discapacidad de Lotta. Son reacciones comprensibles que se mueven entre el no querer mirar a la hija y comentarios de lamento que no ayudan a nadie. El libro cuenta magistralmente los momentos de tensión e incertidumbre que ha vivido y sigue viviendo esta familia, que tiene la valentía de compartir lo vivido con nosotros en un momento en el que la sociedad debate sobre la legalidad de eliminar embriones (es decir, personas) con malformaciones congénitas, o sobre la inclusión de niños minusválidos en la escolaridad ordinaria.

    El libro está lleno de humanidad y, a pesar de las muchas vicisitudes, no faltan momentos brillantes, luminosos y también de buen humor, como la primera sonrisa de Lotta, su primer atisbo de contestación a una frase o el momento en la que ella dice algo parecido a "¡Mamá!".

     

     

  • Relativismo cultural, integración y Euroislam

     

     

    sabatina_james_presse_07_preview.jpgPor su pasado histórico Alemania sigue prestando asilo político a muchas personas y además, debido a la baja natalidad, su futuro depende también de la inmigración. No ha sido este un tema importante de debate durante la campaña ante las elecciones del 22 de septiembre.

     

    La necesidad de una acertada integración cultural es un gran desafío para toda Europa. La historia de Sabatina James (www.sabatia-ev.de), una joven pakistaní que emigró a Austria con su familia fue ya publicada en su libro "Del Islam al Cristianismo" (Ed. Palabra). En el año 2011 publicó de nuevo un libro "Nur die Wahrheit macht uns frei – Mein Leben zwischen Islam und Christentum" (Solo la verdad nos hace libre, mi vida entre el Islam y el Cristianismo") en el que describe su trabajo en la asociación que ella ha fundado para ayudar a mujeres musulmanas (algunas de ellas viven en Alemania). Se trata de víctimas de la violencia familiar que son obligadas a casarse, o incluso llegan a ser asesinadas por su familia para salvaguardar la honra familiar.

     

     

    Sabatina James sabe que arriesga su vida dando a conocer estos casos. También sabe de la inocencia de algunos políticos, que a favor de una paz superficial ignoran problemas de fondo que están en la esencia misma de la religión musulmana. Sabatina James dedica mucho tiempo a abrirles los ojos. Ella, con su libro, nos pone en sobreaviso sobre el Euroislam que se presenta de un modo más moderado, aunque afirma: "el Corán es el mismo en Austria, Alemania, Arabia Saudí, Afganistán, Egipto o Sudán. Los representantes de la federaciones europeas del Islam se agitarán ante esta opinión pero creo que cada muecín firmaría esta aclaración".

     

     

    "Una sociedad cristiana, que no es capaz de unificarse en torno a un canon de valores se encuentra ante un dilema, si no tiene nada que oponer ante un musulmán (...). El primer paso hacia la integración consiste en autodefinirse: quiénes somos, en qué consiste nuestra fe, qué valores e ideas tenemos. Nadie puede sobrevivir a un diálogo si no tiene posiciones claras. Yo misma pensé, cuando todavía era musulmana: el Corán tiene la razón. Si los incrédulos no saben en qué creer, entonces tendremos que imponerles nuestra fe. Los musulmanes lo tienen fácil si se confrontan con personas que no saben exactamente lo que está bien y lo que está mal. Dicho de otro modo: todos debemos definir claramente lo que vemos como bueno o como malo y en qué consiste el fundamento de nuestro sistema de valores".

     

     

    "Si algunos afirman que tengo una visión demasiado rígida sobre el Islam por las terribles experiencias que he tenido, solo puedo contestarles: presénteme una opinión pacifista de los seguidores del profeta Mahoma ante los no creyentes y si lo consigue, estoy dispuesta a pensar sobre mi rigidez de criterio. De ningún modo aceptaré que se me presente como una mujer traumatizada. He superado los golpes corporales de mi madre. Gracias a Dios no pienso con un corazón amargo y sigo usando la razón que me dice que millones de niñas son forzadas al matrimonio, y que millones de cristianos, especialmente en países musulmanes, son perseguidos. Todas ellas no son almas traumatizadas con unas ganas locas de salir en la televisión. Son personas sin voz y a ellas quiero darles la mía".