Poca gente sabe en España que el himno holandés dice lo siguiente en la primera de sus quince estrofas: "Al Rey señor de España rendí siempre mi honor". Esto tiene connotaciones históricas muy particulares. No sé qué pensarían los jugadores holandeses al cantar la melodía de su himno en la final del Mundial. Al mismo tiempo, en Alemania se preguntaban por qué los españoles no cantan con su himno.
En Holanda, donde trabajé y viví medio año, para meterle un poco de miedo a los niños se les sigue diciendo: "ten cuidado, que si sigues portándote así, llamo al Duque de Alba". Otra connotación española en la vida de los holandeses es que los regalos de Navidad se entregan el 6 de diciembre, día de San Nicolás, que llega a Holanda en un barco que lleva por nombre "Madrid". Ese día San Nicolás o Santa Klaus, o como se le quiera llamar, se dirige a la embajada de España en La Haya, donde le esperan las cámaras de televisión.
Hay partidos de fútbol que los alemanes califican de clásicos como: Alemania-Holanda o Alemania-Inglaterra. De los holandeses hasta hace poco se contaba en Alemania un chiste que decía: "¿Por qué tienen los holandeses orejas tan grandes? Porque sus madres en la frontera levantan a los hijos por las orejas para decirles: ¡mira ahí vive el Campeón del Mundo!". Ahora, sin duda, el partido Alemania-España se ha convertido desde la Eurocopa y el Mundial en un nuevo "clásico" para los alemanes.
El día anterior a la final me di un paseo por mi barrio. El florista es un holandés al que le deseé lo mejor para el partido. Y el peluquero es español. Los dos tenían su bandera nacional bien puesta en el escaparate. Días antes leímos en la prensa las amenazas de muerte al pulpo Paul y, de hecho, se habla de un boicot al consumo de mariscos en Alemania…
No cabe duda de que el fútbol tiene una relevancia social que no tiene ningún deporte. Basta ver como los jefes de Estado de desplazan a los partidos para ver y para ser vistos. Sólo con el fútbol tiene lugar este fantástico despliegue de banderas en la población. Algunos dicen que en realidad es un torneo, como en la Edad Media, pero en lugar de llevar a cabo un batalla campal, basta con que dos contrincantes entablen una lucha. De hecho, a un miembro del Ejército del Aire con el que vi el partido contra Alemania, en la emoción, se le escapó el comentario: "¡esto es la guerra!". No cabe duda de que un partido de fútbol del Mundial pone en marcha, de algún modo, aunque sea inconscientemente, la memoria histórica de un país. Bendita guerra, digo yo, si el fútbol contribuye a disminuir las distancias y los rencores entre países. El juego limpio y el espíritu deportivo de los jugadores es, en realidad, una magnífica muestra de espíritu cívico.
Y ahora, cambiando de tercio sólo en parte, diré que es curiosa la coincidencia (que me recuerda al "pan y circo" de los romanos) de que seis días antes de la final del Mundial entrara en vigor en España una ley que es quizá el mayor gol que nos han metido y la mayor derrota humana del país desde hace mucho tiempo. Me estoy refiriendo a la nueva ley del aborto. España es, en este punto, el hazmereír de Europa. Esta calificación no tiene atenuante posible.
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Recuerdos de mi tío Félix Pons
Mis recuerdos de la familia Pons comienzan en la reuniones familiares en Son Bibiloni, una finca que pertenecía a la familia cerca de Palma. Ahí se juntaban mis tías abuelas Bárbara, Magdalena y María Pons Marqués, la última monja religiosa, hermanas de mi abuelo José y de mi tio abuelo Félix, a los que no llegué a conocer. El Padre Marqués solía celebrar una Misa para todos y después teníamos una agradable merienda en la terraza de la finca. Ahí estaban todos los Pons que podían asistir. Esto son recuerdos de comienzos de los años 70.
Con motivo del santo de la tías Bárbara y Magdalena también nos reuníamos en la casa de la familia Pons en la calle San Sebastián de Palma para otra tradicional merienda. En esa casa, que hoy ya tampoco pertenece a la familia, había un salón con un gran tapiz rojo en el que destacaba la flor dorada de los Jocs Florals, con el que fue galardonado otro antepasado nuestro, el poeta Josep Lluís Pons i Gallarça. Se hablaba poco de política en la familia Pons. Recuerdo haber preguntado al tío Félix qué recuerdo tenía del 23-F y me dijo: "¡No me hizo ninguna gracia!". Se dice de los Pons que tienden a soltar frases muy escuetas, lo cual es verdad en cierto modo, pero siempre acompañadas de cariño. Y el tio Félix era muy cariñoso conmingo, quizá por ser uno de los sobrinos segundos de mayor edad.
Al abandonar Mallorca en 1984 para venir a Alemania mi contacto con los Pons se fue haciendo más escaso. Recuerdo que la primera vez que visité Munich, ciudad a la que ahora viajo con frecuencia, le envié una postal al tío Félix in memoriam de su padre, uno de los protagonistas del contubernio de Munich en junio de 1962. Siendo ministro de Administracion Territorial intercambiamos algunas cartas, siempre de tono familiar y así también en sus años en la presidencia del Congreso de los Diputados. Nos veíamos con motivo de las bodas de mis hermanos y en alguna que otra ocasión. La última vez en la que coincidí con todos los Pons Irazazábal fue en Viena, con motivo del 60 cumpleaños de mi tío Pepe, hermano de Félix. Fue un encuentro muy entrañable en el que Pepe proyectó unas películas que él mismo había hecho, que me remontaron a la época de Son Bibiloni.
En los últimos años empecé también, en mis viajes a Mallorca, a visitar expresamente a mi tío Félix y también a su madre. Sentía una necesidad de aprender de él. Así lo hice dos veces. Con motivo de una entrevista que salió en el "Full dominical" del Obispado sobre la actuación de los cristianos en la política le escribí una carta de agradecimiento. Haciendo referencia a la mención que hizo Jordi Pujol en su biografía sobre él me constestó el 15 de marzo de este año: "Tenía noticia de la referencia que me dedica Jordi Pujol en sus memorias, aunque no la había leído. Tu fotocopia me resulta útil para comprobar lo débil que es la memoria humana. Es cierto que me negué a hacer uso de las facultades normales de la Presidencia para impulsar un proceso legisativo (el de la reforma de la ley del aborto) que los partidos no podían tramitar con sus propias fuerzas. No es cierto, sin embargo, que el Presidente del Congreso, ostente unos poderes excepcionales para cerrar la legislatura impulsando un proyecto concreto, a su elección. En cualquier caso, pecata minuta. Las palabras con las que Jordi Pujol traza mi perfil son mucho más generosas que las que me dispensó cuando ambos estábamos en activo. En fin, como reza una de las lápidas sepulcrales de la catedral de Palma, "posquam migravit doluerunt cives".
Recuerdo el día de esta intervención en el Parlamento. Precisamente yo estaba en Madrid y le llamé por teléfono para felicitarle por su actuación y me respondió de un modo muy Pons: "He hecho lo que he pensado que tenía que hacer".
La entrevista que concedió a la revista de los Antiguos Alumnos del Colegio Montesión que salió publicada en mayo de este año también recoge interesantes pensamientos de Félix. Ante la pregunta: "¿Los vaivenes de la educación en los últimos años repercuten en la calidad de la enseñanza e impiden que se tengan refrentes sólidos?, él respondió: "Todo ha cambiado mucho. Yo no puedo hablar de cómo es Montesión actualmente y tampoco otros colegios. Lo que si sé es que mis nietos irán a Montesión. Ahora que se empieza a tener una visión más crítica y menos devota de la transición (en la que se pensaba que todo había ido muy bien) ya se puede decir que hay una cosa que no ha salido bien, que es la educación. Se ha fallado básicamente en una cosa. No hemos tenido un esquema escolar estable y sólido que estuviera por encima de la alternancia política. Hemos tenido una danza y contradanza de leyes y de programas educativos que no ha funcionado. Y si a esto le añadimos que la vida social se ha movido en grandes niveles de la escala de Richter, es evidente que hacía más falta un esquema sólido en la educación. Desde que se tocó la Ley de Educación de Villar Palasí, que tuvo una vigencia bastante dilatada, todo fue un tejer y destejer".
Pienso que una de las herencias de mi tio Félix es que los cristianos no se pueden desentender de la gestión política. Él no era partidario de una política cristiana, que no es fácil definir, sino más bien de una política de cristianos con una formación sólida. Si yo estuviera en Palma, quizá pondría mis servicios a la política, pero como no es así, no podré tomar el relevo de mi tío. Nunca me lo he planteado en serio. Espero que otros lo hagan. -
Campeón del Mundo
Esta mañana me han llegado varios SMS de amigos alemanes para felicitarme por el mundial. Todos coinciden en que España ha jugado de miedo. Tengo constancia de que la mayoría de los alemanes estaban ayer a favor de España, con tal de que Holanda no ganara el mundial.
Los alemanes tienen amarga experiencia de la agresividad holandesa que tuvo su culmen - perdonen los lectores - en el ecupitajo que soltó Frank Rijkaard a Rudi Völler en el mundial de 1990, a parte de otras connotaciones históricas. En ese partido el árbitro argentino les sacó a los dos tarjeta roja y Rijkaard repitió su osadía al salir del campo. Rijkaard se excusó en 1996 con una carta abierta a Rudi Völler.Personalmente me tuve que coformar con oir el partido en la radio a 150 km/h pues a un buen amigo se le ocurrió la genial idea de celebar su preciosa boda el día de la final. Llegé a casa para ver la entrega del premio. Que pena que las cámaras no enfocaran más a la Reina.Mis amigos me preguntaban que si estaba a favor de España o de Alemania. Yo les decía, que en cualquier caso, yo salía ganando. Una respuesta muy Pons, muy diplomática...Los alemanes calificaron de "decepcionante" la derrota contra España. Yo vi ese partido en casa de unos amigos murcianos. Cuando llegó el gol de España salí a fuerta para tocar a bocina, para que todo el vecindario se enterase. Al terminar el partido los vecinos se acercaron a dar la enhorabuena. De camino a casa seguí tocando la bocina en una de las avenidas principales: todita entara para mi. El día del partido la oficina de enfrente estaba llena de banderas alemanas. Al día siguiente yo colgé la bufanda con la bandera española que me regalaron mis amigos murcianos y ahí sigue...