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  • La fiesta de la cerveza de Munich

    Oktoberfest.jpegDespués de cierta sequía mental para escribir desde Alemania, que en parte se debe a la sobreabundancia de noticias que recibimos diariamente, algunas de dificil absorción, retomo el ordenador para contar mi breve estancia en la fiesta de la cerveza de Munich que atrae cada año a millones de visitantes de todo el mundo.

    Fui porque un amigo de Munich se empeñó en enseñármelo, a pesar de que tenía pocas ganas de ir. Era un sábado por la tarde y a esas horas nos encontramos muchas colas en las grandes carpas en las que se reparten los grandes jarrones de cerveza con el contenido de un litro, acompañados de las especialidades culinarias del lugar. En las colas había más de uno con cara más bien azul y sobrado de alcohol. De hecho no pudimos ni quisimos entrar en las carpas. Se ve que es más conveniente ir por la mañana, que es cuando se ven más familias, muchas de ellas con su vestido tirolés del que ellas y ellos hacen mucha gala. Además de las carpas cerveceras hay muchas atracciones de feria: tios vivos, coches de choque, laberintos y montañas rusas de todo tipo. Ni más ni menos que 42 hectáreas para pasar un rato divertido con la familia y con los amigos. Durante las dos semanas de duración trabajan en la feria 8.000 personas fijas y 4.000 con trabajo variante, en un lugar para atender a 100.000 clientes gastronómicos simultáneamente. En fin, algo gigantesco, que atrae a gente de Austria, Suiza, España, EE.UU., Inglaterra, Polonia, Croacia, Hungría, Singapur, Rusia y Turquía.

    El origen de la fiesta de la cerveza proviene de la petición de mano del príncipe heredero Ludwig el 12 de octubre de 1810 (que sería más tarde el rey Ludwig I de Baviera) con la princesa Therese von Sachsen-Hildburghausen. La fiesta duró cinco días. La cuidad de Munich se convirtió en el escenario de la fiesta. En ésta tuvieron lugar múltiples desfiles de soldados acompañados de música y de decoración. Los niños con sus trajes tradicionales alababan a la familia real con poemas, flores y frutos de la comarca. La casa reinante de los Wittlesbacher se mostraba así agradecida y preparaba a sus súbditos para las vicisitudes, reformas y guerras venideras. Esta fiesta popular terminó (al estilo de los romanos) el 17 de octubre con una carrera de caballos en un descampado a las puertas de Munich que marca hoy el recinto de la feria de la cerveza, con el nombre de Theresienwiesen, o Wiesn de modo abreviado.

    Con motivo del éxito se repitieron anualmente las fiestas. En 1811 se organizó simultaneamente la feria agrícola de Baviera. Las primeras carpas de la cerveza aparecieron en 1896 y hasta hoy las cervecerías de Baviera han conseguido mantener el monopolio, de modo que sólo se sirve cerveza original bávara. En 1818 apareció el primer carrusel con dos caballitos y en 1880 comenzó la industria de las atracciones.

    La fiesta de la cerveza de Munich se considera como la mayor fiesta popular del mundo y sigue atrayendo tanto a público local como internacional. Existen todo tipo de estadísticas sobre esta feria. Por ejemplo, este año sólo se perdieron 24 niños, mientras que el año anterior fueron 50 los "niños perdidos" y por primera vez no se ha encontrado ninguna dentadura postiza entre los objetos perdidos. Se ve que va en aumento el número de implantaciones dentales.

  • Minijardines

    Buga.jpegLlama la atención la afición de los alemanes por la jardinería. Cada año tiene lugar una exposición y competición de jardines a nivel nacional: La Bundesgartenschau (www.bundesgartenschau.de). Y otras a nivel federal: Las Landesgartenschau. Todo se debe también a una afición muy extendida de cuidar los jardines particulares, como manifestación cultural de aprecio por la naturaleza y por la belleza.

    También llaman la atención los minijardines que se ven en todas las cuidades. Suelen estar cerca de las vías del tren en zonas habilitadas para el cultivo. En Alemania hay más de un millón de jardineros de minijardín y la superficie total que ocupa es de unas 46.000 hectáreas. El concepto de minijardín está determinado –como todo en Alemania– por una ley: la ley de minijardines. Se trata de terrenos de alquiler para aquellos que no se pueden permitir tener jardín propio en casa. La idea de los minijardines nació a principios del siglo XIX como medida municipal para aliviar la pobreza. Sobre todo después de la II Guerra Mundial, las casetas de los jardines fueron ampliadas ilegalmente para convertirlas en vivienda. Con el tiempo los municipios toleraron estas “casas” y les acreditaron derecho de vivienda perpetuo y a esto se debe que hoy en día tampoco sea posible construir en las zonas de minijardines.

    Los minijardines cumplen hoy en día múltiples funciones. En su entorno prolifera la integración en la sociedad de muchos emigrantes. En los minijardines trabajan personas de más de 80 países y el 7,5 por ciento de los minijardineros son extranjeros, lo que ha permitido ampliar la gama de plantas y vegetales que se cultivan. Algunos alemanes afirman que son incluso más cuidadosos con su jardín que los propios alemanes, como se puede leer en la documentación de la “Federación Alemana de los amigos del jardín”. ¡Aquí existen federaciones para todo!

    Los minijardineros han vivido bajo el prejuicio, por parte de la clase alta, de ser personajes al margen de la sociedad. El hecho es que los minijardineros pasan a formar parte de una asociación desde el momento en el que alquilan el jardín y tienen una vida social propia. En cada asociación hay un reglamento que marca el tipo de vegetación que se puede plantar. Para algunos supone un enriquecimiento de la vida personal y una buena distracción después del trabajo. Estas asociaciones cuentan también con asesores de jardinería para aquellos inexpertos o indecisos que estén planteandose este “lujo”, que cuesta entre 100 y 200 euros al año de alquiler.

    Google me dice que no existen minijardines alemanes en Mallorca. Sería quizá una buena idea empezar con ellos aunque los que tienen un minijardín... no tienen dinero para ir a Mallorca.