Llama la atención la afición de los alemanes por la jardinería. Cada año tiene lugar una exposición y competición de jardines a nivel nacional: La Bundesgartenschau (www.bundesgartenschau.de). Y otras a nivel federal: Las Landesgartenschau. Todo se debe también a una afición muy extendida de cuidar los jardines particulares, como manifestación cultural de aprecio por la naturaleza y por la belleza.
También llaman la atención los minijardines que se ven en todas las cuidades. Suelen estar cerca de las vías del tren en zonas habilitadas para el cultivo. En Alemania hay más de un millón de jardineros de minijardín y la superficie total que ocupa es de unas 46.000 hectáreas. El concepto de minijardín está determinado –como todo en Alemania– por una ley: la ley de minijardines. Se trata de terrenos de alquiler para aquellos que no se pueden permitir tener jardín propio en casa. La idea de los minijardines nació a principios del siglo XIX como medida municipal para aliviar la pobreza. Sobre todo después de la II Guerra Mundial, las casetas de los jardines fueron ampliadas ilegalmente para convertirlas en vivienda. Con el tiempo los municipios toleraron estas “casas” y les acreditaron derecho de vivienda perpetuo y a esto se debe que hoy en día tampoco sea posible construir en las zonas de minijardines.
Los minijardines cumplen hoy en día múltiples funciones. En su entorno prolifera la integración en la sociedad de muchos emigrantes. En los minijardines trabajan personas de más de 80 países y el 7,5 por ciento de los minijardineros son extranjeros, lo que ha permitido ampliar la gama de plantas y vegetales que se cultivan. Algunos alemanes afirman que son incluso más cuidadosos con su jardín que los propios alemanes, como se puede leer en la documentación de la “Federación Alemana de los amigos del jardín”. ¡Aquí existen federaciones para todo!
Los minijardineros han vivido bajo el prejuicio, por parte de la clase alta, de ser personajes al margen de la sociedad. El hecho es que los minijardineros pasan a formar parte de una asociación desde el momento en el que alquilan el jardín y tienen una vida social propia. En cada asociación hay un reglamento que marca el tipo de vegetación que se puede plantar. Para algunos supone un enriquecimiento de la vida personal y una buena distracción después del trabajo. Estas asociaciones cuentan también con asesores de jardinería para aquellos inexpertos o indecisos que estén planteandose este “lujo”, que cuesta entre 100 y 200 euros al año de alquiler.
Google me dice que no existen minijardines alemanes en Mallorca. Sería quizá una buena idea empezar con ellos aunque los que tienen un minijardín... no tienen dinero para ir a Mallorca.