Una de las características del mundo occidental, un mundo sobresaturado y cómodo, es que algunos optan por el suicidio o por la eutanasia con tal de no tener que morirse. La muerte o el proceso anterior a la muerte es algo sumamente personal, algo tan sacrosanto como la vida misma. No cabe duda que detrás de cada suicidio hay una profunda tragedia humana y las causas son siempre múltiples y hacen muy dificil emitir cualquier tipo de juicio. Lo calamitoso es que se trata de una tendencia que va en aumento, sobre todo en personas jóvenes y con falta de autoestima. Me espantan aquellos que intentan "vender" el suicidio o la eutanasia y aquellos que no entienden el significado profundo que tiene la muerte para el hombre y que, por lo tanto, no pueden entender el sentido del dolor.
Alemania que, debido a los campos de exterminio, es muy sensible al tema, ha puesto a finales de junio, una vez más, un grito al cielo. El antiguo ministro de justicia de Hamburgo, Roger Kusch, comunicó en una rueda de prensa que habia "acompañado" el suicidio de una anciana de 79 años en Würzburg por petición suya. Esta señora tenía "simplemente" miedo a la residencia de ancianos y, para evitarlo, decidió suicidarse con la ayuda de dos medicamentos que ella misma mezcló. Kusch mostró en la rueda de prensa el video de la conversación que mantuvo con esta señora antes de tomar el veneno mortal. Para no ser encausado de ayuda al suicidio abandonó la habitación mientras el video se seguía grabando, pero se abstuvo de presentar la escena de la muerte. Este mismo ex-ministro ya fue "noticia" al presentar en marzo un aparato de asistencia al suicidio. No cabe duda que detrás de todo esto hay algo tan nefasto, que no se puede calificar de otro modo que de "negocio de la muerte". Nunca mejor dicho: ¡indignante!
La justicia siguió el caso y, según la información del Berliner Zeitung, la conclusión del fiscal Clemens Lueckemann es que se trató de un "suicidio común sin acción externa de relevancia jurídica". ¡Sorprendente!. Las protestas llegaron desde el Presidente nacional del colegio de médicos, Profesor Dietrich Hoppe, que calificó de cínico el hecho de servirse de una anciana en esta situación para hacer apología del suicidio. En términos similares se manisfestó el vicepresidente de la fracción parlamentaria del CDU que comentó que "una anciana ha tenido que fallecer para satisfacer el orgullo y el autobombo del señor Kusch". Representantes eclesiásticos y de las federaciones de unidades paliativas también reaccionaron pidiendo la interrupción de cualquier actividad de Kusch y se han presentado de nuevo propuestas legislativas para prohibir cualquier tipo de suicidio asistido.
El miedo a tener que sufir y a tener que morir, ya sea en casa, en un e o en una residencia de ancianos es una situación que me hace reflexionar sobre el valor de la familia. Probablemente no hay nada tan tremendo como tener que morir solo. El que tiene fe en Dios tiene, por lo menos, la ventaja de no saberse solo, aunque no tenga ningún familiar o ningún amigo cerca en el momento de la muerte. La soledad es un peligro para el hombre al que tiene que poner remedio.