En 1968, hace cuarenta años, los jóvenes alemanes reaccionaron contra la generación de sus padres a los que consideraban culpables del debacle nacionalsocialista. Eso también supuso cargarse todo aquello que, aunque fuera por asomo, tuviese que ver o pudiera haber sido causa de una educación que permitiese tal descalabro. Una de las manifestaciones fue derrubar todo lo pudiera suponer algún tipo de élite o de disciplina.
Recuerdo que cuando empecé a estudiar Ingeniería de Telecomunicaciones en 1985 en la Escuela Superior de Renania Westfalia de Aquisgrán, asistíamos a clase de matemáticas y de física en una especie de cine en el que cabían los ochocientos estudiantes que comenzaron conmigo la carrera (terminaron la mitad). Cuál fue mi sorpresa cuando me di cuenta de que mis compañeros alemanes empezaban a hacer aviones de papel y los lanzaban hacia el profesor sin ningún tipo de remordimiento. Me parecía muy infantil. Un catedrático montó un día en cólera pues por poco se metió la punta de un avión en su ojo, ya que, al levantar la vista del proyector sobre el que escribía su clase magistral, apenas veía, cegado por el potente foco. Esta anécdota no es nada comparado con las malas jugadas que en 1968 se hacían a los catedráticos o a todos aquellos que representasen cualquier tipo de autoridad, incluidos los propios padres. Era la anarquía total.
Estudiar Telecomunicaciones en Alemania supuso sobre todo muchas horas de estudio. Todos los exámenes eran eliminatorios, no había exámenes parciales. Las épocas de exámenes eran de febrero a abril y de julio a septiembre. Nos pasabamos todo el año estudiando. Mis compañeros de estudio eran todos alemanes. Recuerdo que evitaba el trato con españoles para dominar el idioma pronto y bien. Algunos exámenes escritos, los más difíciles, duraban cuatro horas y a esos exámenes podías traer y utilizar todo tipo de libros y apuntes. No se trataba de estudiar de memoria, sino de entender cómo se resolvía un problema.
La carrera les salió muy barata a mis padres. Por 200 euros de matrícula en total pude terminar la carrera en una de las mejores universidades del país. Una de las ventajas del milagro económico de Alemania después de la guerra fue que se facilitó el acceso a la universidad a todo tipo de personas, independientemente de sus posibilidades económicas. Esto les permitió a algunos vivir de ser estudiante, a costa del Estado: el estudiante "eterno" que no acababa nunca la carrera y que accedía a todo tipo de ventajas por el hecho de ser estudiante, por ejemplo, un seguro sanitario más barato, etc.
Desde 2007 esto se ha acabado. Estudiar en Alemania cuesta ahora mil euros anuales y muchos de los estudiantes sólo los consiguen trabajando en su tiempo libre. También el año pasado el Gobierno Federal convocó el programa de excelencia universitaria y ya no es tabú hablar de élites y me siento muy orgulloso de que mi universidad haya sido escogida entre las de mayor prestigio: la Rheinisch Westfälische Technische Hochschule (www.rwth-aachen.de), comparable al MIT en USA o la ETH de Suiza. Sin duda es positivo que se premie la excelencia y el trabajo bien hecho.
-
-
¡Tú eres Alemania!: la potencia europea busca una nueva imagen
Como cada domingo he leído diagonalmente, así lo suelo hacer, el periódico Frankfurter Allgemeine Sonntagszeitung. Los periódicos en Alemania se distinguen por ser de gran tamaño y uno "desaparece" detrás de él, como si de una sábana se tratase.
Esta vez me he quedado asombrado tras ver un anuncio gigante que cubre dos páginas completas. Se ve un bebé en los brazos de su madre en bañador. El texto dice "Tu fuiste un accidente, un pequeño accidente, un percance. Realmente nos descuidamos por un momento. Pero todo ha salido bien, muy bien. ¡No podía haber ocurrido nada mejor! Se puede enterar todo el mundo: ¡Hurra, la culpa es nuestra!".
Este anuncio es uno de los doce que irán apareciendo hasta el mes de mayo en toda la prensa del país para fomentar un cambio de clima mental que logre una mayor aceptación de los niños en la sociedad alemana. Además de los anuncios impresos, cada día a las 19.58 aparece simultáneamente un spot de dos minutos de duración en las televisiones más importantes del país. Las bonitas imágenes del anuncio van acompañadas de la siguiente explícita y directa declaración:
"Nos vuelves locos. Lloras toda la noche. Te orinas en la cama. Te salen los primeros dientes y luego incluso el sarampión. Primero el parvulario, luego el colegio y con 15 años nos tienes a nosotros. Sí, tú nos haces locamente felices. Tu adquisición es gratuita. Luego se vuelve cara. Necesitas tiempo y espacio. Nos «cuestas» los zapatos nuevos, la televisón grande y las vacaciones en la costa. Tú no eres un lujo, tú eres impagable. Hay muchos motivos para no tener hijos y el mejor para tenerlo: tú. No puedes hablar y nos explicas el mundo. No puedes correr y nos ayudas a dar un salto. Aprendes tanto cada día y nos enseñas mucho más. Nos muestras que nunca es mal momento sino realmente el mejor para recibirte. Tienes padre y madre y necesitas todo el país para crecer felizmente. No estás solo, sino es nuestra tarea más valiosa. Tú haces de dos personas una familia, de la vivienda más pequeña, un lugar de juego y de aventuras y, de fideos y salsa de tomate, una comida de fiesta".
Y el anuncio concluye con esta rotunda frase: "Necesitamos más como tú, porque sin ti el presente no es divertido y el futuro ya pasó. Tú eres Alemania (Du bist Deutschland)".
Esta asombrosa campaña (www.du-bist-deutschland.de) está financiada por diversos medios de comunicación privados (ARD, ZDF, SAT1, RTL, Kabel eins, Vox, n-tv, N24, Premiere) que han formado una sociedad de responsabilidad limitada para asegurar que se cumpla el fin de la campaña. Participan personajes de la vida pública, moderadores de televisón y deportistas como Reinhold Beckmann, Johannes B. Kerner, Florian Langenscheidt, Peter Maffay, Henry Maske, Nina Ruge, Eva Padverg y Renate Schmidt, que no cobran por su participación. Empresas como Deutsche Post AG, E.ON AG, etc. aseguran la financiación del proyecto. Por otro lado, importantes grupos editoriales como Axel Springer, WAZ-Mediengruppe ofrecen espacios gratuitos para los anuncios. Y, por último, más de cien emisoras de radio, Google, una empresa que publicita anuncios a través de vallas en las calles y una empresa de cine contribuyen a la difusión del mensaje.
Niños de toda Alemania han contribuido a expresar sus pensamientos sobre una Alemania con un presente y un futuro feliz, y los han plasmado en dibujos. Varias agencias de marketing y publicidad han ofrecido gratuitamente sus equipos a disposición de la campaña.
¡Es un cambio copernicano!. Hace 37 años, el 6 de junio de 1971, la cabecilla del feminismo alemán, Alice Schwarzer, lanzó con ayuda de la revista STERN una campaña con la portada llena de mujeres famosas, que aparecían bajo el lema "Yo he abortado" (p.e. Romy Schneider, Senta Berger, Sabine Sinjen, Carola Stern y Veruschka Gräfin von Lehndorff). Más tarde algunas dijeron que en realidad no lo habían hecho, pero querían celebrar la posibilidad de poder hacerlo, tras la liberalización de la ley en Alemania. De hecho, el cálculo oficial es que, desde la liberalización, han tenido lugar 4 millones de abortos y no es una aberración suponer que la cifra real es probablemente el doble: 8 millones de abortos. Un hecho siempre oculto en el análisis del invierno demográfico de Europa.
Es también llamativo que este año, la ministra federal de la familia, Ursula von der Leyen, tras ceder a la presión de muchos padres, diera orden de que se retirase el material de la "Bundeszentralle für gesundheitliche Aufklärung" (central federal para la información sanitaria) que describía con todo detalle contenidos de la reproducción humana y de la contracepción, sin ningún tipo de pudor y respeto por la educación afectiva y an distribuídos arbitrariamente en los colegios, sin previo aviso a los padres, violando así la ley de protección de menores.
Es llamativa la fuerza con la que Alemania quiere cambiar su imagen hacia adentro, liderando un cambio social que sin duda es todo un ejemplo para Europa y para el mundo. Este esfuerzo no procede del Estado y tampoco de la Iglesia, sino de la sociedad civil y de individuos que, cada vez se dan más cuenta de que el país está en sus manos y que no pueden conformarse con esperar algo del Estado. Y curiosamente son los medios de comunicación (los mismos que nos están enseñando continuamente no lo que es la familia, sino os de personas egoístas que sólo quieren recibir y nunca dar) los que con esta campaña están contribuyendo a un nuevo modo de ver la vida y el futuro de la vida. Es un buen motivo de esperanza.