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Tener raíces

867384e08a85fd221fcc5b03de3730a1.jpgSi te paseas en un día de invierno con abrigo y bufanda por una ciudad o un pueblo de Alemania y ves a un grupo de niños cantando alegremente, cada uno de ellos portando una lámpara de colores iluminada por una vela, lo más probable es que sea 11 de noviembre.

Se cuenta de San Martín de Tours, que fue obispo de esa ciudad, que iba cabalgando y al ver a un mendigo con muy poco abrigo se apiadó de él y partió su manto con la espada para que se pudiera resguardar del frío. Este fue el motivo de uno de los conocidos cuadros de El Greco. Esta escena se repite en muchas ciudades, barrios y pueblos de Alemania el día de San Martín, que coincide también con el comienzo de la temporada del carnaval y que concluye el miércoles de ceniza. Las lámparas se construyen en los colegios con papel de celofán y suponen el orgullo de cada niño. En la clase se aprenden las canciones típicas del día que los niños van cantando por la calle, en muchos casos acompañados de un San Martín cabalgante, y la jornada termina con una pequeña hogera en la que se reparte también un bollo de pan dulce con pasas, típico de esta celebración.

También es tradicional en este día cenar el "ganso de San Martín", ya sea con la familia o con los amigos, lo cual también tiene su origen en la leyenda que dice que San Martín, al enterarse que iba a ser elegido obispo, le entró tanto pavor, que se encerró en un corral de gansos... y tal fue el ruido que armaron, que todo el pueblo se enteró de dónde se habia ocultado.

Es bonito cuidar las tradiciones y los ritos pues dan orden y ritmo a nuestra vida y, de algún modo, cultivan también en los más pequeños, ejemplos que vale la pena seguir. Soy muy amigo de lo moderno y de los avances de la tecnología y poco partidario de quedarse anclado en un tiempo pasado. Ahora bien, me temo que el peligro de ser una persona sin raíces es cada día mayor, pues vivimos del "fast-food" y del "fast-everything". Todo tiene que ser rápido y, por lo tanto, resulta más superficial.

Una vista al pasado, una vista a nuestro árbol genealógico puede ser muy aleccionador. Saber más sobre la vida de nuestros padres, de nuestros abuelos; de nuestros tíos y de nuestros tío-abuelos; de nuestros bisabuelos y de nuestros tatarabuelos es algo realmente emocionante. Los abuelos tienen una misión importantísima a la hora de cultivar la tradición familiar. No solamente son fabulosos contadores de cuentos, sino que también son fabulosos contadores de su propia historia. No podemos ser hombres ni mujeres sin historia. No existe el futuro si no tenemos nuestras raíces bien fijadas.

Desde el año 2000 cada cinco años nos reunimos todos los descendientes de los padres de mi abuelo materno y nos juntamos unas doscientas personas y, ya que hasta ahora sólo una vez tuve la oportunidad de asistir, esa reunión familiar pertenece a unos de los recuerdos más felices de mi vida. Es todo un lujo conocer con nombre y apellidos a la mayoría de mis primas y primos segundos, que ya son casi una legión incontable. Mi familia es, gracias a Dios, "horizontal". Me aterroriza la familia "vertical" con apenas un hijo, que tendrá que cuidar de cuatro abuelos y de ocho bisabuelos. Por eso pienso que los gobiernos deberían potenciar mucho más las ayudas a las familias, para fomentar el necesario crecimiento demográfico y para asegurar que cada generación pueda cuidar a la anterior.

Comentarios

  • Felicidades por tu blog. Te adjuntos dos breves comentarios:

    Completamente de acuerdo contigo en que nos reconocemos por nuestras raíces y que ello nos da mucha alegria y paz.
    La familia crea unos vínculos afectivos tan fuertes que es la primera en transmitirnos los valores fundamentales para ser felices: buenos sentimientos, cariño, aceptación y respeto hacia los demás, civismo, etc. y, sobre todo, transmisión de la cultura, en el sentido amplio: nuestras creencias, amor a la naturaleza, amor hacia lo bello y hacia el bién y sensibilidad social. En la convivencia diaria potenciamos también la empatia, la sinceridad, la sociabilidad.
    Los abuelos tienen sabiduria a raudales para que dediquemos - los más jóvenes - tiempo a escucharles; dejémolos hablar y nos enriqueceremos con su experiencia.
    Hay dos cosas duraderas que podemos aspirar a dejar a nuestros hijos:
    "Una es raíces y la otra alas".
    (Hodding Carter).

    Tengo una anècdota pequeña respecto a San Martín:
    Estaba explicando la historia a un niño de 7 años, hablándole de la generosidad de San Martín. Me sorprendió con esta pregunta: - "¿Por què San Martín no dió al mendigo su capa entera?" ¡Menuda idea de la caridad por parte de los niños ... ¡cuánto aprendemos de ellos!
    Sencillamente - le respondí yo - "le dió solo la mitad ya que la otra mitad era de su emperador".

    Saludos desde Barcelona,
    Victoria

  • Unas notas sobre la vida de San Martín, que se celebra el 11 de noviembre:

    http://www.fluvium.org/textos/historia/his33.htm

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