El semanario Spiegel (el barómetro, la voz cantante y la conciencia pública mediática de la nación alemana) ha sacado en agosto un número especial dedicado a la familia titulado: "Sehnsucht nach Familie - Die Neuerfindung der Tradition" (el anhelo por la familia, el redescubrimineto de la tradición). Así es, la familia está de moda en Alemania. El 51 % responde en una encuesta que la familia tiene más importancia hoy que hace diez años, porque en caso de necesidad uno siempre se puede fiar de la familia. Ahora bien, mientras que en los años cincuenta el 98 % de los hijos nacían en una familia con un padre y una madre, hoy viven el 15 % sin padre, el 2 % sin madre, con padres no casados el 6 % y el 9 % con una nueva familia, la así llamada "familia patchwork".
Es un hecho que con el comienzo de los años sesenta decrecieron las tasas de matrimonios y de nacimientos, mientras que los divorcios, el nacimiento de hijos fuera del matrimonio y los "matrimonios" de hecho crecían rápidamente. La puesta al día de la legislación familiar no da a basto con los cambios surgidos en los años sesenta, setenta, ochenta y noventa. Vivimos en un nuevo mundo, tal y como ha publicado recientemente la profesora Mary Ann Glendon, catedrática de derecho de la Universidad de Harvard: "La legislación pone ahora más énfasis en los derechos individuales de una familia y menos énfasis en la solidaridad de la familia. Actualmente los sistemas legales occidentales parecen pasar de tratar el matrimonio como una institución social designada a proporcionar el entorno idóneo para la educación de los hijos a tratar el matrimonio primariamente como una relación íntima entre adultos. Los cambios en la estructura familar, a su vez, han debilitado la ayuda entre vecinos y las instituciones de ayuda de la sociedad civil y los estados de bienestar están al borde de la crisis". Concretamente en Alemania, no hay personal sanitario suficiente para atender a todas las personas mayores de edad y existe un "turismo" de importación de este tipo de personal más o menos cualificado de los países del este, sin la ayuda de los cuales sería imposible cubrir esta necesidad.
¿Cuál es entonces la mejor política familiar? Glendon tiene varias propuestas: Primera: El marco familiar que al estado y a la sociedad le interesa promocionar es aquel que procura las condiciones óptimas para la educación de los hijos y, por lo tanto, con hogares con un padre y una madre presentes. Y segunda: la sociedad tiene poco interés en aquellos hogares, fundamentados o no en el matrimonio, en los que los hijos no son educados. Esto sugiere que quizás el matrimonio no debería justificar que los esposos tengan los mismos derechos (simplemente por el hecho de estar casados) que tienen las personas casadas que están educando a sus hijos. Esto no quiere decir que la sociedad tiene poco interés en favorecer el matrimonio. Precisamente, es todo lo contrario. Los matrimonios casados -educando a sus hijos o no- son el modelo de famila que al estado más le interesa promover.
De hecho, el tejido social de solidaridad de la familia es el tejido mismo de la sociedad. Si se debilita el primero, inexorablemente se debilita el segundo. El estudio "Los principios de Princeton" (www.princetonprinciples.org), del Instituto estadounidense Witherspoon (www.winst.org), firmado por más de cincuenta catedráticos en cuestiones médicas, sociales y legales de la familia, aporta una serie de datos interesantes. Una muestra:
"Los niños educados en hogares formados por un matrimonio (se entiende de un hombre y de una mujer) tienen más posibilidades de realizar actividades con la lectura y la escritura (por ejemplo, que un adulto les lea o les enseñe las letras) mientras van a preescolar, y tener unas notas más altas en comprensión lectora cuando están en cuarto curso. Los niños en edad escolar tienen menos del 30 % de probabilidades, aproximadamente, de faltar a una clase, llegar tarde o no ir a la escuela. El efecto acumulativo de la estructura familiar sobre el rendimiento escolar de los niños es más evidente en los índices de graduados de enseñanza secundaria. Los niños que han crecido en familias cuyos padres están casados, tienen el doble de probabilidades de graduarse en el colegio, en comparación con los niños de familia monoparental o que conviven con padrastro o madrastra.
Un estudio ha puesto de manifiesto que el 37 % de los hijos que han nacido fuera del matrimonio y el 31 % de hijos de padres divorciados dejaron el colegio, en comparación con el 13 % de los hijos de familas compuestas por los padres biológicos casados.
El matrimonio también favorece la salud emocional del niño. Los hijos de parejas casadas y estables tienen menos posibilidades de padecer depresión, ansiedad, de consumir alcohol o drogas y de pensar en suicidarse, en comparación con los hijos de parejas divorciadas. Una encuesta realizada por estudios norteamericanos sobre el bienestar de los niños descubrió que la estructura familiar era más importante que la pobreza, al determinar el comportamiento y psicología de los niños. En general, los hijos que han crecido con sus propios padres y madres, están más preparados para afrontar el mundo con esperanza, confianza y dominio de sí mismos, que los que pertenecen a una familia desestructurada.
Durante las últimas décadas hemos experimentado con varias alternativas al matrimonio, y los resultados son claros: los niños que han crecido en familias formadas por parejas casadas generalmente superan cada etapa de la vida con más éxito que aquellos que han crecido en familias con estrucuras alternativas. Aquellos que se preocupan, como todo cuidadano debería hacer, por el bienestar de los niños, deberían preocuparse por la salud del matrimonio en la actualidad".