Uno de los temas que uno aprende a tratar con mucha cuatela cuando llega a Alemania es la época del nacionalsocialismo. El pasado 18 de enero asistí en la Residencia Universitaria Schweidt de Colonia al discurso pronunciado por Philipp Freiherr von Boeslager, a sus 88 años, el último alto mando de la Wehrmacht con vida que estuvo directamente implicado en el fallido atentado contra Hiltler del 20 de julio de 1944. Cada año se sigue conmemorando esta fecha de la resistencia alemana.
Empezó su discurso animando al público jóven a participar en las elecciones y a involucrarse en la política local, superando la actual indiferencia que campea en muchos ámbitos. “Me parece desastrosa – dijo – una participación del 40% en las elecciones”. Boeselager sólo acepta un tercio de las invitaciones a relatar los episodios de la resistencia militar contra y, entre las que acepta, se encuentran especialmente las oportunidades de hablar con bachilleres o con estudiantes. Esto es así porque le parece la mejor manera de formar el criterio de una juventud que está muy lejos de entender lo que es el coraje civil, y menos en el contexto de una dictadura real en la que todos los medios de comunicación estaban controlados por el Gobierno. “No os podéis imaginar lo que significa el temer continuamente una acusación de un amigo o de un vecino. Tampoco nos podíamos imaginar que los descalabros de la SS fueran algo extendido por todo el país, pues las noticias sólo eran locales. No concebíamos que el Estado nos mintiera o que fuera el ejecutor de la injusticia”.
Boselager se considera una persona de conciencia cristiana y católica. En su discurso afirmó que una de sus mayores contribuciones al atentado fue precisamente tratar de convencer a muchos oficiales alemanes (en ese caso probablemente protestantes que se aferraban rígidamente a su promesa) de que no estaban vinculados a su juramento de obediencia al Führer, ya que éste mismo rompió el vínculo al promover un estado injusto. “Esto lo debo, añadió, a mi formación con los jesuítas”.
Ya en junio de 1942 tuvo conocimiento de las atrocidades de la SS al leer en un informe “tratamiento especial de cinco gitanos”. Al preguntar en qué consitía este “tratamiento” fue informado de que habían sido ejecutados sin ningún tipo de juicio porque eran considerados enemigos del réginen. Él protestó enérgicamente aludiendo, como buen militar, que así se fomentaba el aumento de partisanos en la retaguardia. “Nosotros sabíamos que cada día morían 16.000 personas injustamente y el fin del atentado era acabar con la guerra cuanto antes y declarar la derrota alemana”.
En los tiempos que corren en España me parece importante tener mucha cautela con el recuerdo histórico de la Guerra Civil. Así mismo, me pregunto – ya que España es un país libre – en qué consiste o qué demuestra coraje civil en los días de hoy. Pienso en las mayores víctimas del mundo moderno: los niños fallecidos por aborto, sin que esto suponga poner en duda el conflicto en el que se encuentran, sobre todo, algunas madres adolescentes, aún más si éste se genera desde la propia famila, como lo es en la mayoría de los casos.