Alemania ha vivido unas semanas trepidantes. Banderas alemanas por todos lados. Incluso he aprendido que hay dos banderas: la oficial y la común. La oficial tiene el águila federal y sólo se puede utilizar en edificios oficiales. Durante estas semanas se ha prescindido de poner multas por el uso indebido de la bandera oficial. El 30% -diría yo- de los coches circulaban con la banderita alemana. ¿Algo impensable en la España de los estatutos?.
Los bares y los “jardines de la cerveza” literalmente llenos hasta la bandera. “Public Viewing”
se ha convertido en un nuevo fenómeno social. A pequeña y a gran escala el fútbol es un asunto de masas. Gracias a Dios no ha habido violencia significativa. La “milla de los fans” de Berlín a rebosar con casi un millón de espectadores. Angela Merkel, la Canciller y Horst Köhler, el Presidente en primera línea. Los bares turcos, llenos de banderas alemanas. Los alemanes están felices con los delanteros nacidos en Polonia: Podolski y Klose. Gerald Asamoah y David Odonkor se han convertido en los prototipos de una integración nacional lograda. Al grito de “Goooool” el país indiviso, todo uno. El ganador: el entrenador Jürgen Klinsmann, que debido a las intrigas anteriores al Mundial ha optado por no seguir en el puesto para poder estar junto a su familia en EE.UU.
En medio de la euforia, una tragedia nacional que para algunos sería el temido presagio de que Alemania no llegaría a la final: el 26 de junio por la mañana unos cazadores de Baviera ejecutan a Bruno. Para algunos Bruno era la mascota, para otros una figura de identificación y para los terceros un ejemplo. Bruno era un vagabundo y un inocente que siguió el ejemplo de sus padres. El estado no consiguió domesticarlo. Actuaba a nivel internacional entre Italia, Austria y Alemania: un inmigrante ilegal, un desafío ejemplar para la integración. Ha demostrado que la movilidad en la Unión Europea no hace feliz y que es necesaria una mejora de la cooperación entre las administraciones europeas. En Finlandia intentaron atraparlo sin que pereciera, pero Bruno se resistía. Incluso el “New York Times” ha informado sobre el caso. El modo de actuar se debatía entre los partidarios de una solución diplomática y entre los partidarios de una solución bélica. Bruno era un oso depredador. Una pena que haya fallecido.
Mientras la nación se encontraba en plena euforia, el Parlamento debatía y aprobaba casi de modo desapercibido, y justo antes de empezar las vacaciones estivales, la reforma de la sanidad, cuya financiación será a través de la subida de los impuestos. Y también la “ley de la igualdad“ que trae más problemas que beneficios (por poner un ejemplo práctico, entre otros muchos: el derecho de indemnización a un varón que busque un empleo previsto para una mujer).
Y ya, para terminar las emociones, hemos sido testigos en los últimos días del éxito del despegue del “Discovery” con el astronauta alemán, Thomas Reiter, que trabajará en los próximos meses en la estación rusa ISS. En conclusión: unos días inolvidables.