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  • Plan Marshall para África

    UNGERECHTIGKEIT.jpgHe podido asistir por segunda vez a una rueda de prensa del ministro federal de Desarrollo de Alemania, Gerd Müller, en Munich. Acude con frecuencia a esta cuidad por ser de Baviera. Las cifras que nos da son asombrosas: el diez por ciento de la población acumula un noventa por ciento de la riqueza mundial. El veinte por ciento de las personas consume el ochenta por ciento de los recursos.

    Unos vaqueros que se producen por 5 dólares en un país en desarrollo se venden por 90 dólares en un país del primer mundo. Solo cinco naciones contribuyen de un modo considerable a los fondos mundiales de desarrollo. Se necesitan 20 billones de dólares para acabar con el hambre en el mundo. Para conseguirlo, el ministro alemán propone un Plan Marshall para África. Hay que recordar que un plan con ese nombre sacó a flote a Alemania después de la II Guerra Mundial.

    Para Müller es posible hacer del desierto africano una zona verde. Se dispone de la tecnología. Es una cuestión de alianzas y de formación, sobre todo de la juventud. Uno de los puntos de ese plan es que la solución ha de proceder de la misma África, donde no solo se necesitan alimentos, sino también energía y lugares de trabajo. No es difícil crear situaciones “win-win”, donde se genere trabajo no solo en África, sino también en Europa. Para esto el ministerio de desarrollo ha creado varios centros de innovación en el continente africano. No puede ser que el precio del cacao lo decida un broker en Manhattan con su ordenador haciendo especulación de compra-venta. Si se ordenan los contratos mercantiles esto tiene solución, afirma Müller.

    No hay muro que contenga la ola de emigrantes que puede llegar a Europa desde África. Conviene más contribuir a resolver los problemas locales que invertir en viviendas para refugiados africanos en Alemania. El ministro también habló de los refugiados que se ponen en movimiento a causa del clima: “Es cuestión de dos grados más y doscientos millones de personas se pondrán en marcha, pues no soportan el calor”.

    África es el gran desafío para Europa, nos conviene mucho preocuparnos y ocuparnos de ese continente.

  • 2017, año VUCA

    VUCA.pngHay años que son enigmáticos. Parece ser que 2017 es uno de ellos. Se cumplen varios aniversarios: 100 años del comienzo de la I Guerra Mundial o los 500 años del comienzo de la Reforma de Lutero en Alemania.

    Además del comienzo de la presidencia de Donald Trump en EE.UU. también en Europa tendremos elecciones de connotación decisiva: en Alemania, en los Países Bajos, Bulgaria, Francia y Noruega.

    Claramente nos damos cuenta de que el mundo está en un agitado movimiento. Y para analizarlo es bueno conocer el pasado para poder entender el futuro. Por ejemplo, recordar cuáles fueron las coordenadas sociales que hicieron posible el luteranismo y la posterior cruel guerra de los 30 años, o entender la figura del hoy declarado Beato Karl de Austria y la razón del fracaso en intentar adelantar el fin de la sangrienta I Guerra Mundial.

    En un mundo occidental que se encuentra entre el secularismo (la negación de la trascendencia y el afán de definir el sexo como factor social) y el islamismo (una religión sin ilustración) no es fácil navegar sin brújula. Se habla con razón de que esta es la era VUCA, que en inglés recoge estas cuatro palabras: volatilidad, incertidumbre, complejidad, ambigüedad.

    En el mundo occidental convivimos, por una parte, con un acelerado avance tecnológico y, por otra, sufrimos una crisis de identidad. Queremos integrar a personas de otras culturas, pero integrar ¿en qué?, ¿dónde? Para esto tenemos que conocer antes nuestra propia identidad. Para eso nos conviene formarnos bien, por ejemplo leyendo más. No basta consumir titulares. A mí me preocupa que leo poco, por lo menos sé que podría leer más y deslizar menos el índice sobre el smartphone para conocer el último grito en Facebook, en Twitter o donde sea.

    Qué alegría da escribir de nuevo una carta de puño y letra o tener una conversación sosegada con un buen amigo, o hacer una buena excursión en vez de pasarse el día delante de una pantalla. Nos conviene mejorar nuestra capacidad de asombro ante lo positivo, que existe y mucho.