Una de las cosas que llaman la atención en Alemania es la calidad del debate político. En España me temo que muchas veces el discutir es sinónimo de interrumpir y, si eso no basta, de gritar. El hecho de que en alemán el verbo esté en algunas ocasiones al final de la frase ayuda a tener que esperar a que uno termine lo que ha de decir para entenderle.
Esto no quita que haya cierta crispación cuando hay nuevos jugadores en el campo político. Antes algunos se negaban a aparacer en debates con el partido DIE LINKE, sucesores de los comunistas de la República Democátrica de Alemania y esto vuelve a ocurrir ahora con el Partido AfD (Alternative für Deutschland).
No me imagino todavía la gran coalición del PP y del PSOE pero tampoco me parece imposible. Supondría un paso interesante en la cultura política. Durante mi larga estancia en Alemania ya he vivido dos veces la gran coalición del CDU/CSU con el SPD. Suelen ser legislaturas en las que se avanza bastante en terrenos de interés común, como puede ser la política familiar, la reforma fiscal o la reforma de la política de pensiones.
También a nivel autonómico se ha logrado la gran coalición en varios Länder. En Austria y Suiza, en Bulgaria, en Grecia, en Islandia, en Italia y en Japón. En Luxemburgo, Holanda y Ucrania también se han consegido “grandes coaliciones“.
¿No fue Alfonso Guerra el que dijo “a España no la va a reconocer ni la madre que la parió“? Bueno, pues me parece que visto desde Alemania se ha quedado corto... Las noticias que llegan no son tranquilizantes y desde fuera no se entienden. Ahora bien, que nadie se lave las manos porque ser político y ejercerlo es un trabajo digno. Por ello también es urgente que gente honrada gobierne y sea un aliciente para las jóvenes generaciones a la hora de asumir una tarea de este tipo. En definitiva, la administración de lo público no se puede ni se debe dejar en manos de unos sinvergüenzas, sean del partido que sean.