Al terminar la Misa de acción de gracias por el año 2015 a la que asistí en Nochevieja (Silverster, como dicen en Alemania) entró en mi móvil una noticia de una agencia de noticias: “Amenaza de terror en Munich. No asistir a reuniones multitudinarias. Estaciones de tren desalojadas“. ¡Vaya!, me dije. Me disponía a reunirme con unos amigos para ir a un balcón cerca del “Friedensengel“ para ver por primera vez los fuegos artificiales de Munich el día de fin de año. Nos quedamos en casa pendientes de más noticias.
Al día siguiente los periódicos informaron de las imágenes fantasma de las estaciones vacías y del gran despliege policial en Munich. El ministro del interior de Baviera dio una conferencia de prensa nocturna para comunicar que la sospecha de amenaza era lo suficientemente seria y fidedigna como para decretar tal medida.
Algo distinto ocurrió en Colonia, Hamburgo y Stuttgart. No nos enteramos hasta el 3 de enero que en la zona de la estación central de ferrocarriles de Colonia se habían dado cita mil refugiados (es la cifra oficial, hay policías que anónimamente hablan en los medios de dos mil, la mayoría hombres) norteafricanos, sirios y musulmanes con la intención de acosar y asaltar sobre todo a mujeres que transitaban por esa zona. La manera de hacerlo era acorralar en grupo a mujeres para agredirlas corporalmente y robar. En los días siguientes se presentaron más de cien denuncias por acoso, robo y algunas por violación. Nunca se ha visto algo así en este país. La policía se vio absolutamente superada por la situación debido al difícil acceso a la zona y por la inesperada violencia de los agresores. Se ha descubierto que algunos llevaban una “chuleta“ con frases obscenas en alemán y otros decían “Merkel me ha invitado. Si nos quitáis la documentación conseguiremos otra“.
El director de la policía parece ser que había dado la consigna de no facilitar los países de origen de los agresores a los medios de comunicación y por ello ha sido cesado hace unos días. En la revista SPIEGEL apareció la descripción de la policía sobre el suceso, en la que se detallan frases como: “en mis 29 años de servicio no he visto nada igual. No he visto nunca a tantas mujeres llorar“.
La alcadesa de Colonia, recientemente víctima de un asalto con cuchillo en el que se libró de la muerte de milagro, recomendó a las mujeres ante las cámaras de televisión mantener la distancia de un brazo ante los desconocidos.
Estos acontecimientos ponen en desafío a la sociedad civil en Alemania, a la integridad moral de todos los cuidadanos, independientemente de su origen y religión, y a las autoridades que tienen la obligación de velar por la seguridad de todos y evitar peligros, sobre todo si son calculables, como ha sido en este caso.