En su libro "Das Ende der Normalität" ("El fin de la normalidad - necrológica de la vida como ha sido hasta ahora“) Gabor Steingart, redactor jefe del periódico económico "Handelsblatt", analiza la sociedad en la que vive y llega a conclusiones que hacen pensar.
Así como el núcleo de la tierra garantiza un centro de gravedad e impide que estemos flotando por los aires, el hombre también precisa de un centro de gravedad que evite su dispersión y su falta de rumbo. Existe una tendencia acentuada hacia el individualismo, la fragmentación y la descomposición. Para Steigart se dan tres realidades que ayudan a dar estructura a nuestra vida: la familia, la empresa y nuestras creencias religiosas. Y precisamente son estos tres ámbitos los que hoy en día se ven más sometidos al cambio y a la descomposición, pero siempre hay que recordar que somos "las víctimas y la fuente del cambio". Está en nuestras manos cambiar el mundo.
Nos encontramos ante grandes cambios. Por emplo: "El problema demográfico no ha comenzado aún. Mientras que hoy faltan bebés, mañana faltará mano de obra y personal". Otro cambio: Las biografías en el mundo laboral son muy pintorescas. Hay cada vez más gente trabajando en jornada partida y los cambios de empleo son muy frecuentes. Nos falta "normalidad" y el hombre la necesita. Otro ejemplo: el fantasma del terrorismo. La guerra se genera aparentemente sin previo aviso. El precio de nuestro bienestar es la falta de seguridad. Los estados tienen cada vez más problemas para garantizar la seguridad de sus cuidadanos, como hemos podido comprobar hace pocas semanas al ser detectada una célula de Al Queda en el mismo Düsseldorf.
Nos falta "normalidad" a nivel nacional y a nivel personal: Steingart analiza que aquellos partidos que reclaman el cambio ante las elecciones, corren el riesgo de no ser elegidos porque el hombre no quiere el cambio, quiere estabilidad. Los que prometen estabilidad, como Konrad Adenauer, que hizo una campaña con el lema "Nada de experimentos", tienen más posibilidad de ganar las elecciones. Es una realidad engañosa ya que algunas algunos problemas, como asegurar las pensiones ante el "invierno demográfico", sí que exigen medidas quizá poco populares.
Para Steingart, a nivel personal, "Internet es el mayor destructor de los muchos imanes de la vida cotidiana". Necesitamos normalidad a nivel personal. No podemos todo a la vez y por un largo periodo de tiempo. Tener una doble vida es cada día más fácil y cada día más arriesgado y peligroso. Algunos buscan independizarse de Dios y, después, de la Iglesia, de la familia y de la empresa. La sentencia de Steingart es dura: "El enemigo más brutal del hombre moderno no es un emperador o un pontífice, sino la sensación de la falta de perspectiva". Y acaba citando a Goethe: "el que no cree en nada se desespera consigo mismo".
Para Steingart la "normalidad es tan necesaria como la fuerza de gravedad". Una buena oportunidad para pensar cuál es mi centro de gravedad.