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Dar la cara por los menores

szg.jpgEstos días de Navidad son días para la familia. A veces he pensado qué sería del mundo sin esta fiesta de la Navidad. Si no existiera (aunque sí que existió) habría que inventarla.

Vivimos en tiempos difíciles para las familias, ya que muchas se ven afectadas por la crisis. Incluso he leído artículos que postulan que la actual situación económica está siendo un buen aliciente para evitar rupturas familiares. No hay mal que por bien no venga. También se están dando nuevas formas de la familia que van más allá del guión previsto por la naturaleza. Incluso nos preguntamos: ¿Qué es la naturaleza? Y nos ponemos por encima de ella.

Un ejemplo de ello son dos fenómenos que también son consecuencia de la decadencia occidental: el aborto y el abuso de menores. Stephanie zu Guttenberg, esposa del actual ministro Defensa alemán, dedica muchas energías y mucho tiempo a una necesaria cruzada en contra del abuso de menores. Ella es presidenta de la seccion alemana de "Innocence in Danger" (www.innocenceindanger.de) y ha escrito un libro, por desgracia necesario, sobre la dinámica del abuso, que se da mayoritariamente dentro de las familias, y sobre la sobrecarga pornografica existente, tanto en internet como en la publicidad, que acosa continumente a mayores y sobre todo a menores. El libro se titula "Schaut nicht weg! Was wir gegen sexuellen Missbrauch tun müssen" (No apartéis la vista, lo que debemos hacer ante el abuso sexual). Me admira que una mujer -noble de Alemania- de esta posición dé la cara por este tema nada apetecible.

Stephanie zu Guttenberg afirma que el problema del abuso no es un problema de la Iglesia sino un problema de la sociedad. Aunque tampoco cabe duda de que cualquier intento de acallar un abuso cometido por un eclesiástico, con la idea de salvar el buen nombre de la Iglesia, es un grave error que la Iglesia está pagando caro este annus horriblis, especialmente en Alemania.

Al leer el libro he recordado la felicidad de mi infancia, con apenas dos programas, bien dosificados, de televisión que veíamos en familia. También he recordado el día en que mi padre – tenía yo 9 años –me sentó en el sofá, me dió un diccionario– y me preguntó cuál era la palabra más bonita de ese libro. Al mirarle yo con gran asombro, me respondió: la palabra más bonita es "amor". Y acto seguido, me explicó cómo llegan los niños al mundo y desde entonces ya supe que podía hablar con mi padre o con mi madre de todo, y que ellos eran los primeros a los que debía preguntar si algo me angustiaba.

Cada vez que cuento esta historia el 90% de las personas me dicen que sus padres nunca hablaron así con ellos. Es una pena. El mundo se pone patas arriba si los adultos se dedican a temas de menores (pedofilia, ¡qué horror!) y los menores se dedican a temas de adultos. Y, peor aún, se llega a fomentar la promiscuidad si los padres delegan en los colegios o en el Estado la "educación sanitaria" sin ningún tipo de pudor. El problema radica en que no se educa la afectividad ni un proyecto de vida fundamentado en el mutuo respeto y, sobre todo, en el amor -que es un don de si mismo y no un afecto egoísta-. Se vende un amor que no se encauza hacia la capacidad de una entrega mutua duradera. Espero que algún día se pondrán de pie los hijos de la "revolución sexual" y preguntarán a sus padres: ¿Qué nos habéis enseñado? ¿Qué ejemplo nos habéis dado?.

Comentarios

  • Las dosis tan grandes de racionalimo que se introducen en las mentes de los pequeños, los padres que confian la educación a los abuelos o empleados en su mayoria inmigrantes que pueden colaborar a deformar conciencias, en fin que hemos dejado a los corderillos en manos de lobos hambrientos. Por eso desde mi blog intento desde hace años proporcionar argumentos que ayuden a formar criterio, este es un link a mi ultimo post
    http://www.pensamientosindiscretos.com/2010/12/el-espiritu-de-la-navidad-es-emmanuel.html

    Felíz y Santa Navidad

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