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  • Un turismo distinto

    Hotel.jpegEl que se haya tomado la molestia de leer la última carta encíclica de Benedicto XVI, Caritas in Veritate, habrá descubierto las pautas que ofrece el Papa para lo que él llama civilización de la economía. A mí concretamente me ha llamado la atención, entre otros, el número 61 del texto en el que propone "un turismo distinto":

    “Un ejemplo de la importancia de este problema lo tenemos en el fenómeno del turismo internacional, que puede ser un notable factor de desarrollo económico y crecimiento cultural, pero que en ocasiones puede transformarse en una forma de explotación y degradación moral. La situación actual ofrece oportunidades singulares para que los aspectos económicos del desarrollo, es decir, los flujos de dinero y la aparición de experiencias empresariales locales significativas, se combinen con los culturales y, en primer lugar, con los educativos. En muchos casos es así, pero en muchos otros el turismo internacional es una experiencia deseducativa, tanto para el turista como para las poblaciones locales. Con frecuencia, éstas se encuentran con conductas inmorales, y hasta perversas, como en el caso del llamado turismo sexual, al que se sacrifican tantos seres humanos, incluso de tierna edad. Es doloroso constatar que esto ocurre muchas veces con el respaldo de gobiernos locales, con el silencio de aquellos otros de donde proceden los turistas y con la complicidad de tantos operadores del sector. Aún sin llegar a ese extremo, el turismo internacional se plantea con frecuencia de manera consumista y hedonista, como una evasión y con modos de organización típicos de los países de origen, de forma que no se favorece un verdadero encuentro entre personas y culturas. Hay que pensar, pues, en un turismo distinto, capaz de promover un verdadero conocimiento recíproco, que nada quite al descanso y a la sana diversión: hay que fomentar un turismo así, también a través de una relación más estrecha con las experiencias de cooperación internacional y de iniciativas empresariales para el desarrollo”.

    Ya que en las Islas Baleares vivimos del turismo, nos conviene pensar sobre lo que podríamos llamar la antropología del turismo. Personalmente, por poner un ejemplo, me molesta mucho entrar en la habitación de un hotel que tenga canales de pago pornográficos. De hecho lo considero un insulto por parte del hotelero al cliente. He escrito a dos directores de hotel en Alemania amigos míos, curiosamente de cadenas españolas y les he pasado este texto pidiéndoles su opinión. Uno me contesta que dió de baja el contrato con el canal de pago en mayo de 2008 y el otro que estos canales suelen ir ligados a paquetes de programas que se ofrecen en bloque y no es posible muchas veces contratar servicios sueltos de esos paquetes sin que no incluyan los mencionados.

    Nos convendría pensar si las Islas Baleares se quieren poner, a nivel mundial, a la vanguardia de este turismo distinto que el Papa propone y defender este modelo en todos los destinos en los que están presentes nuestras cadenas hoteleras. Afortunadamente ya vamos dando algún buen ejemplo en este campo y se conocen compañías que han apoyado la campaña de Unicef “No hay excusas, no a la explotación sexual infantil“, o aquellas que han firmado el Código Contra la Explotación Sexual Infantil. Iniciativas como estas pueden lograr que más de un cliente tome conciencia sobre esta lacra que todavía es una realidad en muchos destinos turísticos.

  • Los umbrales de Jerusalén

    Sea of Galilea.jpgEn el parvulario de los Sagrados Corazones de Palma aprendí de niño aquella canción: "ya están pisando nuestros pies tus umbrales Jerusalén". Casi cuarenta años después se ha cumplido, pues he podido disfrutar de una estancia de tres semanas en esta cuidad emblemática que supera lo inimaginable.

    En Jerusalén se concentran las tres grandes religiones monoteístas: el islam, el judaísmo y el cristianismo. En el templo de la montaña los mahometanos recuedan la ascensión de Mahoma al cielo y los judíos el lugar del sacrificio de Abrahán. No existe cuidad con mayores contrastes y con mayor confluencia de intereses. Basta pensar en la concentración de confesiones cristianas de diversos ritos tanto católicos como ortodoxos, e incluso protestantes.

    Lo que más me ha impactado emocionalmente ha sido la visita al lago de Genesaret. Me pasé media hora rezando, por qué no decirlo, mirando al lago, oyendo el movimiento del agua, el susurro del viento y el piar de los pájaros. Este momento me conmovió por ser lo más parecido a lo que Jesús de Nazaret mismo pudo haber experimentado con sus sentidos. Es una paisaje realmente bello. Ain Karim, el lugar donde se conmemora la Visitación de la Virgen a su prima Santa Isabel recuerda intensamente a los paisajes de Mallorca que conocemos. Ir a Tierra Santa es, en definitiva, un deber de cristiano y ahora más, ya que el gobierno de Israel no se muestra especialmente propicio para facilitar vivienda y un lugar de trabajo a los cristianos de origen árabe o de otros países.

    Ya que he tenido la dicha de vivir en Alemania la caída del muro de Berlín hace ahora veinte años, se me han revuelto las entrañas al ver el nuevo muro que delimita el territorio de Israel. Es cierto que desde que existe el muro apenas hay atentados en Jerusalén. La presencia en la cuidad de tropas de chicos y chicas jóvenes con metralletas de cuatro palmos dan una gran sensación de seguridad. Jerusalén se mostraba desgraciadamente más segura que Mallorca, que se ha visto achacada por un ismo cobarde durante este verano. Por otro lado, un empresario palestino me decía en el autobús público camino de Belén: "tú como europeo tienes más derechos que yo en mi tierra. Nosotros vivimos peor que los perros". Es conocido que se han hecho estudios geológicos para acaparar las fuentes de agua dentro del muro y que el terreno israelí ha aumentado un 10% con la contrucción del muro. Los desalojos de viviendas palestinas, en su gran parte arbitrarios, están a la orden del día.

    Curiosamente llama la atención ver a muchos chicos jóvenes del barrio árabe con la camiseta del FC Barcelona. Otra escena chocante fue ver como en una gasolinera llenaban una pequeña botella de plástico con gasolina. Una operación peligrosa: quién sabrá para qué necesitarán esa botella... En conclusión: un viaje que, a pesar de todo, vale mucho la pena hacer.