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España, ¿irreconocible?

medium_todos.jpgUn mallorquín que despega en Colonia se siente un poco raro. Un avión lleno de alemanes y eres quizá el único que va a la tierra que le vió nacer. Esta vez he estado en Palma cuatro días, de jueves a domingo. A algunos pasajeros les he visto en el viaje de ida y de vuelta.

He podido ver parientes, amigos de la infancia y del colegio e incluso a profesores de Montesión, del que me honro haber sido alumno. También he asistido por primera vez a unas matanzas cerca de Artá. Mallorca es una tierra bella y rica en cultura. Oigo la primera palabra en mallorquín y mi corazón da un salto.

Ya en el vuelo de vuelta iba muy pensativo. Me fui de Mallorca hace 23 años. Recuerdo de Alfonso Guerra aquella frase “a España no la va a reconocer ni la madre que la parió. No sé si este hombre es profeta pero desde luego, visto desde fuera, algunos acontecimientos dan pena. Es como si España estuviese en el punto álgido de su infantilidad. Muchos de los logros que se presentan como avances, son asuntos de los que otros países ya están de vuelta. Mientras que en España se promueve la asignatura de la “educación para la ciudadanía, en Alemania, el Presidente de la República en su discurso a la nación del 21 de septiembre de  2006, resalta la importancia de la educación religiosa de los niños como base de un comportamiento ciudadano. España pretende “integrar a los emigrantes provenientes de países musulmanes sin saber cuál es su propia identidad. No se puede integrar nada en algo que no sea preexistente. España está recapacitando su indentidad en razón de la sorpresa ante lo que le es ajeno. Entre las nuevas tendencias que dan pena se encuentran, por ejemplo, la modificación del código civil para aceptar el  “matrimonio de homosexuales y darles derecho de adopción. Con eso de que “todo vale las palabras están perdiendo su sentido y ya empezamos a no saber de qué hablamos pues no sabemos lo que las palabras significan.  ¿Por qué no vuelan las vacas?: Llamémoslo otra cosa, pero no matrimonio.

 

Así se entiende la crispación que he visto en algún que otro encuentro. Ahora bien, hay que saber que la realidad no coincide siempre con la que transmiten algunos medios que tachan de reaccionarios y de retrógrados a aquellos que no son más que la vanguardia del futuro: los padres de familia que saben que los hijos, en su mayoría, provienen de familias sanas y que, por lo tanto, el futuro natural de España está en las familias, que son el nicho de la vida, del amor desinteresado y bien entendido, y de la solidaridad. Así se vió, menos mal, en la manifestación masiva del 18-J de 2005: La familia sí importa.

 

Salgo del avión en Colonia, el domingo 26 de noviembre, a las diez y media de la noche. En la pasarela del avión me encuentro con los titulares del Diario de Mallorca: “La prostitución callejera (también la alemana) en aumento. Menuda imagen da Mallorca, nuestra isla, si un cierto turismo poco deseable se asocia al de Tailandia o al de Indonesia. Confio en que los mallorquines y las autoridades contribuyan a eliminar este negocio tan humillante tanto para los isleños como para los turistas. No todo “vale.

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