Ya que dentro de pocas horas me dispongo a coger un avión a Roma y ante la pregunta sobre qué escribir esta vez, se me ha ocurrido el oasis alemán dentro de Roma y concretamente dentro del Vaticano: el camposanto teutónico. Es una buena prueba de la atracción que ejerce Roma sobre los alemanes. También es legendaria la descripción de Goethe de sus viajes a Roma entre 1786 y 1788, que han dado lugar a visitas turísticas a Roma según su trayecto.
Esta institución comprende una hermandad de la Madre Dolorosa -adjunta al cementerio de los alemanes y los flamencos y que es propietaria del complejo-, una residencia de sacerdotes ("Collegio Teutónico") y el Instituto romano de la sociedad arqueológica e histórica Görres (Görres Gesellschaft), con sus archivos correspondientes.
Su origen se remonta probablemente a los tiempos del emperador Carlomagno, que en su visita a Roma en el año 799 fue saludado por los habitantes francos, sajones, frisios y langobardos. En el año 1454 se constituyó una hermandad a la que le fue transferida la propiedad y que se ocupó del cementerio y construyó además la iglesia que fue consagrada en 1500 y restaurada en 1974-76. Entre las tareas de la hermandad se encuentran la de poner a disposición de la comunidad alemana la iglesia, donde se celebra cada domingo la Misa a las 9.00 en alemán, y la de custodiar el cementerio en el que pueden ser enterrados sus miembros y los de algunas instituciones y ordenes religiosas con derecho a un sepulcro. El cementerio se puede considerar como una verdadera joya romana y debido a su sombra y a su vegetación como un verdadero oasis. Estaba destinado a ser el lugar de entierro de peregrinos del Imperio Sacro Germánico. Se conserva el nombre de más de 1400 personas que han sido enterradas ahí, como el escritor Stefan Andres, la hermana Pascalina Lehnert, la encagarda del servicio doméstico del Papa Pio XII o la Princesa Carolyne zu Sayn-Wittgenstein, compañera del compositor Franz Liszt. Es un lugar de descanso para colaboradores alemanes de la curia vaticana, entre otros el antiguo Presidente de la Congragación de la Fe, el cardenal Joseph Ratzinger, que solía celebrar la Misa en la iglesia del complejo los jueves antes de ser elegido Papa.
El criterio de entrada en la hermandad no es la nacionalidad sino la lengua matera, que debe ser alemana. Se puede visitar el cementerio de 9 a 12. Para asitir a la Misa hay que dirigirse en alemán a un Guardia Suizo, para que éste permita el acceso al recinto que está dentro del territorio vaticano, aunque es curiosamente zona extraterritorial.
Ya faltan pocas horas y el sábado también buscaré en el camposanto teutónico la sombra de un árbol para protegerme del sol romano.