Érase una vez el archivo histórico de la ciudad de Colonia. Era un lugar que estaba en mi camino habitual al dentista. Por esa calle, abarrotada de espectadores, transcurrió también el desfile del carnaval de Colonia. Pocos días después, el 3 de marzo de 2009, a las dos de la tarde, entró un obrero en el archivo y alertó a todo el mundo para que saliera zumbando. Había oído ruidos muy sospechosos. En cuestión de minutos se derumbó el archivo y la tierra "se lo tragó", así, tal cual. ¡Desapareció!. El muro de contención del metro que se estaba construyendo en la cercanía cedió. Milagrosamente no falleció nadie en aquel lugar, pero sí en un edificio contiguo que fue arrastrado por el derrumbe. El suelo de la vivienda de un aprendiz de panadero que acabada de regresar del trabajo se desintegró y con el, el aprendiz.
Empezaron a llegar cientos de hormigoneras para que no cedieran más edificios contiguos. Mi dentista tuvo que cerrar la consulta durante tres semanas. Se instaló un techo sobre la ruina para que no se mojaran los papeles, de modo que se pudiera salvar el mayor número posible de documentos. Ahí está el archivo del escritor Heinrich Böll y muchos archivos privados cedidos a la cuidad. Muchos documentos históricos se perdieron para siempre. Una pérdida material de 700 millones de euros. La pérdida intelectual, incalculable.
Con aquel episodio Colonia se asoció con una chapuza de magnitud nacional y acaparó la atención de los medios de comunicación de todo el país. A las pocas semanas el alcade afirmó que no se volvería a presentar a las elecciones. No rodaron más cabezas.
A punto de cumplirse un año de la catástrofe, ha salido a la luz una de las mayores desgracias de la historia de la construcción en Alemania: no se cumplieron las normas de seguridad. Con el conocimiento del capataz, desaparecía el hierro destinado a armar el cemento. El fenómeno del robo en las construcciones por parte de los obreros es un algo lamentablemente conocido y común. La construcción seguía su ritmo sin la supervisión de los organismos pertinentes de la cuidad de Colonia. Ya existían avisos de que el terreno podía ceder. En la cercanía cedió la torre de una iglesia que más tarde llamaron la "torre inclinada de Colonia". A todo esto se añaden los informes falsificados sobre el progreso de la obra. La constructora, Bilfinger Berger AG, una de las más potentes del país, está ahora a punto de la quiebra, y el fiscal investiga otros proyectos de la misma empresa, como por ejemplo, la traza del tramo del tren de alta velocidad en Baviera.
En las próximas semanas, con motivo del deshielo, subirá el nivel del agua del Rhin y también el nivel de las aguas subterráneas de Colonia. Se está investigando si habrá más paredes que podrían ceder a la presión. Todo se ha convertido en una gigante pesadilla.
No salgo de mi asombro de cómo es posible tanta chapuza, tanta ingenuidad y tanta energía criminal. Todavía no me lo explico. Será parte de la conditio humana.
Comentarios
Increible que en una ciudad tan avanzada y no del tercer mundo,aun no comprendan que la ambicion desmedida de unos pocos por el facilismo y la falta de etica nos lleve a este tipo de situaciones,aunado esto a la complicidad de algunos integrantes de los organismos oficiales involucrados.
Ojala esto sirva de leccion para no confiar en caras y realmente supervisar los trabajos que se pautaron con honradez y correccion.
Adolfo Borquez C.
No me puedo ni imaginar que debio de sentir la gente que habia por alli! Y mucho menos en Alemania, donde toda la gente es bastante competitiva.